Francisco Toledo

Sembrador de arte y cultura

Cultura / dossier / Enero de 2020

Arnulfo Aquino Casas

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El fallecimiento de Toledo es la pérdida más fuerte que pudo tener México en el mundo de la plástica. Van a pasar muchos años para que surja otra persona de su calidad. Manuel Felguérez


En la Aacademia de San Carlos de los años sesenta teníamos referencias de Francisco. En esa época estudiantes oaxaqueños de arte, como Roberto Donis, Edmundo Aquino o Virgilio Gómez, estudiaban en los talleres de la Academia y comentaban acerca de Francisco y su obra. Muchos también asistíamos a algunas de las exposiciones del joven Toledo (recuerdo particularmente una exposición en la galería Souza). En algún otro momento nos enteramos de que recorría galerías y museos en París, y que había expuesto su obra, pero no se le había permitido la entrada al lugar porque lo confundieron con un indigente. Estas anécdotas nos causaban hilaridad, a la vez que construían la fama de Francisco, artista y vagabundo por el mundo. Con estas referencias, Melecio Galván, el mejor dibujante de la generación, hizo un magnífico retrato en tinta sobre papel con la imagen del sembrador de arte y cultura.
Recuerdo este dibujo porque, si bien a los miembros mi generación nos marcó el movimiento estudiantil de 1968 y somos parte de los grupos plásticos de los años setenta, siempre estuvimos atentos al movimiento cultural y a la trayectoria de algunos artistas, particularmente la de Francisco Toledo; por este motivo, en los años noventa, cuando el Maestro me invitó a exponer en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), me dio gusto y me trasladé a esa ciudad para reunirme con él. Recuerdo de entonces a Francisco por su lúcida mirada, que por instantes destellaba chispas de energía cuando alguien o algo atraía su atención. En abril de 1994 mostré mi obra gráfica en el IAGO y dialogué con el Maestro acerca de la impartición de cursos y talleres de capacitación para jóvenes oaxaqueños. En esa etapa de mi vida me correspondió crear la Unidad de Posgrado y Educación Continua en la Escuela de Diseño del INBA, así que el diálogo fue sobre mi experiencia como coordinador; parte de mis actividades eran la organización de diplomados, cursos y talleres como procesos de gestación para una maestría. Cabe aclarar que si bien el INBA era responsable de la educación en el posgrado para los alumnos, las actividades con profesores invitados tenían un costo extra. Después de un par de charlas, consideramos las dificultades para desarrollar en Oaxaca un proyecto similar: el problema principal era la diferencia económica de los estudiantes. Toledo señaló claramente que en Oaxaca los jóvenes no tenían recursos para costear los gastos de su aprendizaje; con esta referencia, parte de las tareas que él enfrentó fue encontrar soluciones para impartir educación artística sin costos. Dado que su formación en libros, talleres, galerías y museos de la Ciudad de México, Estados Unidos y Europa fue contundente, Francisco no creía en la academia. Su interés era ofrecer una educación abierta que en ese entonces no existía en Oaxaca para los jóvenes artistas. Si entendemos bien esta demanda, reconoceremos el sentido y la trascendencia de sus empresas culturales, como las llamó Carlos Monsiváis.

Agradecimiento al Maestro Francisco Toledo. Alumnos del seminario de Cultura Visual impartido por Santiago Robles. Facultad de Artes y Diseño, UNAM


La propuesta de crear el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO) se hizo factible en la llamada Casa de Cortés en el centro histórico, gracias a la iniciativa de Toledo apoyada por grupos ciudadanos de artistas, críticos de arte y galeristas, además de la participación del gobierno del estado y del INBA. En la inauguración expusieron reconocidos pintores oaxaqueños y para su funcionamiento se gestó la Asociación Civil Amigos del Museo, bajo la dirección de Toledo. La AC, entre otras actividades, nombra a los directores y acuerda las exposiciones y eventos. Lamentablemente, con el tiempo esta asociación se desgastó y Francisco dejó de participar. En noviembre de 2013 Toledo cuestionó la administración y el estado del museo; propuso nombrar un nuevo director para el MACO y una nueva mesa directiva para la AC; demandó que el museo fuera auditado, y canceló proyectos programados con su participación. Ru­bén Leyva, Luis Zárate y José Villalobos, únicos miembros de la AC a cargo del MACO, le respondieron con una carta pública que demandaba explicaciones y solicitaba recursos del gobierno para el museo. En respuesta, el gobierno apoyó económicamente al museo y Toledo confirmó el jueves 5 de diciembre la cancelación de todos sus proyectos con el MACO.
El Centro Cultural Santo Domingo es un complejo en el que actualmente se encuentran el Museo de las Culturas de Oaxaca, la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa y el Jardín Etnobotánico, además de la Hemeroteca y espacios de usos múltiples para exposiciones, conferencias, cursos y conciertos, entre otras actividades. Por muchos años, el edificio monumental estuvo ocupado por el ejército mexicano: desde las Leyes de Reforma del siglo XIX hasta 1994, época en la que se desató una polémica para determinar los nuevos usos que podría tener. En 1993 Francisco Toledo creó la asociación civil Pro-Oax, cuyo objetivo principal era preservar el paisaje urbano y la condición ambiental de la entidad; para fortalecer una educación en ese sentido, propuso la creación de talleres de arte. Iniciada la reconstrucción de Santo Domingo a manos de instituciones oficiales, la propuesta de Pro-Oax no fue considerada; pero, a pesar de este rechazo, los artistas estuvieron pendientes de la remodelación y, cuando se habló de ubicar un estacionamiento en los espacios del antiguo huerto del convento, Francisco se opuso enérgicamente y sugirió la creación de un jardín con plantas de las regiones de Oaxaca. De esa forma logró la creación del Jardín Etnobotánico, para dar a conocer la abundancia y las peculiaridades de la flora del estado, los cultivos tradicionales y rescatar el conocimiento que los pueblos indígenas poseen acerca de su región.
Desde siempre, Toledo había manifestado preocupación e interés por rescatar el fondo de libros antiguos de la Universidad Autónoma Benito Juárez y en 1993 consiguió el permiso de las autoridades locales para difundirlo en una exposición dentro del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, con la curaduría de la Dra. María Isabel Grañén Porrúa (directora del IAGO). Gracias al éxito de la exhibición, se obtuvieron los fondos necesarios para realizar el inventario, la clasificación, la limpieza y conservación del conjunto de libros, que entre sus joyas conserva once incunables impresos en el siglo XV. Finalmente, la colección se instaló en el ala norte de la planta baja de Santo Domingo y, en mayo de 1996, la biblioteca adoptó el nombre del fraile dominico que escribió una crónica de Oaxaca en el siglo XVII y de quien se conservan sus obras completas en el acervo universitario: fray Francisco de Burgoa.


Otras empresas culturales surgieron de rupturas o movimientos sociales. La rebelión popular contra el gobierno priista de Ulises Ruiz de 2006 provocó una toma de conciencia social en la que participaron diversos sectores de la población, agrupados en la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). Este movimiento ocupó, literalmente, la ciudad con manifestaciones, retenes en las calles, transportes incendiados, muros y espacios intervenidos con imágenes rebeldes y agresivas contra el gobernador. La formación de colectivos de arte, agrupada en la Asociación de Artistas Revolucionarios de Oaxaca (ASARO) y conformada principalmente por artistas y estudiantes de arte, dio visibilidad al movimiento que, por medio de la fotografía, el video y el internet, difundió la intensidad de la rebelión.1 Francisco Toledo abrió las puertas del IAGO para la difusión de diversas acciones y actividades culturales. Las más significativas fueron las batallas legales por la libertad de compañeros detenidos arbitrariamente, un boletín informativo sobre el movimiento y los apoyos a jóvenes creadores con la exposición de la ASARO, que exhibió como piezas artísticas pintas y muros intervenidos con imágenes en los cuatro meses de ocupación de la ciudad.
Otra acción principal en el quehacer de Toledo fue la fundación del taller de papel en Vista Hermosa, San Agustín, Etla. En 1996 el IAGO, con la asesoría del Centro de Papel Arte Finlandia, desarrolló un espacio para la producción de papel artesanal (que comenzó en 1997 y concluyó en 1998). El edificio que aloja el taller, llamado Arte Papel Vista Hermosa, fue la planta eléctrica de la fábrica La Soledad, empresa del siglo XIX. Gracias a Toledo, el taller se sostiene de la venta de papeles, arte objeto o diseños. Los icónicos 43 papalotes que hizo el Maestro en memoria de los estudiantes de la Escuela Normal Rural, Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero son ejemplo de los usos del taller y su sentido social. En septiembre de 2019, el museo de Culturas Populares de la Ciudad de México inauguró la exposición Toledo ve, con la presentación de más de 600 piezas.
El Centro de las Artes de San Agustín (CaSa) está situado en los espacios de la antigua fábrica textil La Soledad, empresa porfirista para la manufactura de manta cruda de algodón ubicada en el pueblo de Vista Hermosa, en medio de los bosques de la región, con caídas de agua y animales en su ambiente natural, aire de monte, vista maravillosa. Toledo imaginó este sitio como un espacio ecológico en donde pudiera ubicarse un complejo artístico multidisciplinario: talleres, salas para exposiciones, aulas para la enseñanza, conciertos, presentaciones de danza, teatro, música; espacios para la formación, experimentación, creación y difusión de las artes; estableciendo vínculos con el diseño, las tecnologías digitales, la comunidad y el medio ambiente. El Maestro, junto con el gobierno del estado, compró este espacio en el 2000, cuando se inauguró con una primera exposición de pintores oaxaqueños, pero se remodeló y adaptó al público como Centro de las Artes de San Agustín (CaSa) el 21 de marzo de 2006. A partir de entonces CaSa funciona como un complejo cultural que imparte talleres y diplomados en todas las artes sin costo alguno, en los que participan alumnos provenientes de la república mexicana, con profesores invitados de México o el extranjero, a la vez que presenta exposiciones individuales y colectivas abiertas para todo el público.

Yo regresé a Oaxaca en 2005 y en ese año visité el CaSa con mi esposa Iris y mi hijito Emiliano. Recorríamos los espacios vacíos de la otrora fábrica textil, cuando nos topamos con Toledo; después del saludo nos sentamos en una mesa metálica abandonada y comentamos acerca del proyecto; en esta charla, con el pequeño Emiliano sobre la mesa, en una ocurrencia espontánea, Francisco tomó las manos del pequeño y agitó sus brazos como si fuera un ave que levantara el vuelo, en ese instante mi esposa tomó una fotografía que conservo como valioso testigo del evento.
El IAGO, fundado en 1988, está en una casa que Francisco donó y fue adaptada para la ubicación de una biblioteca de arte, que con el tiempo creció y se convirtió en la más importante de América Latina. Cuenta con espacios para múltiples actividades y servicios, abiertos para exposiciones, conferencias, proyecciones y presentaciones varias. Conserva la magna colección José F. Gómez, actualmente Colección Toledo/INBA que fue donada en 2015 a la nación, con obra reunida por el artista. Esta colección se volvió mítica en la medida en que no tenía un gabinete ordenado y nadie sabe con precisión cuántas obras contiene; el archivo, reunido por Francisco con intercambios y donaciones durante muchos años, considera entre sus curiosidades valiosas obras de autores nacionales y extranjeros, históricos y contemporáneos. El 20 de enero de 2015 Francisco Toledo “vendió” el IAGO al INBA por un peso. De acuerdo con cálculos aproximativos, se trata de una colección de más de 125 mil objetos, una biblioteca especializada en arte con más de doce mil volúmenes que abarcan temas de pintura, escultura, arquitectura, bibliofilia, poesía, narrativa, ensayo, música, literatura infantil y juvenil, diseño industrial y gráfico, arqueología, fotografía, cinematografía, textiles, cerámica, arte popular, fotos del siglo XIX y documentos del XX, además de la citada colección de obra artística. La entrega incluyó la obra gráfica y las esculturas que se ubican en la casona del siglo XVIII, situada en Macedonio Alcalá 507, y en una extensión en avenida Juárez 203, donde está la Fonoteca Eduardo Mata, ambos en el centro histórico de Oaxaca.
Sin duda, en los últimos tiempos el evento más impactante en la vida de Toledo y de los mexicanos fue la masacre de Ayotzinapa y la desaparición de los 43 estudiantes, situación que lo inspiró a realizar al menos dos eventos importantes: por un lado, un concurso de cartel con el tema de Ayotzinapa y, por otro, la elaboración de 43 papalotes con la multiplicación de los mismos. La respuesta de diseñadores y artistas fue significativa, el tema caló en el ánimo de la gente y se otorgó al primer lugar un grabado de Francisco Toledo y $5,000.00. La participación nacional e internacional fue notable, llegaron más de 600 carteles, de los cuales se hizo una selección para la exposición que se exhibió en el Museo Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México en marzo de 2015. Debido al éxito de la participación nacional y extranjera, a Francisco se le ocurrió instaurar la primera Bienal Internacional de Cartel de Oaxaca. La segunda bienal se realizó en 2017 con el tema de “Carteles por la soberanía alimentaria. ¡No a los transgénicos!”, y tuvo buena respuesta. La exposición se realizó en el IAGO. Para la tercera bienal (en 2019) se convocó a la comunidad internacional a participar con el diseño de un cartel con el concepto “Represión”. El resultado fue una selección de 370 carteles. Sorpresivamente, no obstante mis diferencias con la bienal, Toledo me invitó a ser jurado del concurso. Después de pensar el asunto, acepté con la condición de no ser el único jurado, por lo que al final fuimos cinco miembros; en un proceso complicado decidimos a los ganadores con 43 carteles seleccionados, la exposición también se realizó en el IAGO. Hago referencia a las bienales de cartel para pensar en las capacidades de Francisco para inventar, innovar o crear. Él mismo lo reconoció en algunas entrevistas: “no tengo un orden, no tengo un horario para trabajar, tengo cuadros sin terminar”. Las iniciativas de Francisco se perciben como intuitivas, azarosas, no planeadas, sorpresivas…, que persiguen sus aspiraciones, preocupaciones o demandas. Él no dudaba en involucrar instituciones o personas a sus proyectos y así llevar a buen término sus empresas culturales o sociales con él por delante.

Francisco Toledo montando una exposición en el IAGO, 2010. Fotografía de Regina Mejía. Cortesía de Amigos del IAGO y CFMAB A.C.

En mayo de 2017 en el IAGO se inauguró una exposición de Toledo, NAA PIA’ YO MISMO. Consistía en el rostro de Francisco multiplicado en una diversidad de imágenes, rostros en la última etapa de su vida. Acercamientos, bustos de frente, enfoques cerrados más que abiertos; rostros fuertes, fragmentados; definidos sobre oscuros fondos, colores sienas, blancos, grises, cafés; ojos abiertos, muy abiertos, mirando de frente, siempre de frente, viendo espacios, formas, mundos, universos reales o imaginarios; rostros agresivos o pasivos, desviando la mirada sin dejar de mirar; rostros serenos, fuertes, firmes. Puedo seguir y seguir intentando describir, no podría concluir, sólo son miradas que interpretan, palabras que revuelan, saltan, van y vienen, miran el conjunto y las variantes sin ubicar. Mis ojos se detienen en un cuadro, un rostro definido que mira de frente, lúcidamente; las cejas se alzan y te enfrentan, te descubren y te informan, aquí estoy, no para siempre, ¿o sí?; cuello escaso se une a un cuerpo descarnado, oscuro; trasparenta el interior de un esqueleto, costillas, huesos claros, fondo rojo; lo acompañan espacios texturizados, formas, líneas fuertes; puntos concentrados encerrados, integrados, manchados y en este fondo claramente se distinguen dos elementos extraños: a la izquierda una guadaña vertical desciende y se estaciona en el horizonte virtual de la parte superior; a la derecha una cruz blanca luminosa sobre fondo rojo sugiere un ataúd cerrado. En otro cuadro observamos un esqueleto sentado con el rostro de Francisco, lo acompañan a los lados dos ataúdes vendados, momificados… Francisco reconoce la llegada de la muerte y la espera, con lo que esto signifique para el afectado. Por cierto, el maestro no se presentó a la apertura de esta exposición: era su costumbre no estar presente, le molestaban los elogios, los saludos, las fotografías, el reconocimiento y regularmente no asistía a las inauguraciones. Las exequias por la muerte de Francisco iniciaron el viernes 6 de septiembre a las 5 de la tarde, él tampoco llegó a la despedida final, ni su cuerpo ni sus cenizas estuvieron presentes; lo que los asistentes vimos en el segundo patio del IAGO fue una iluminada instalación de flores y coronas con la imagen de Francisco en el centro; autorretrato horizontal con texturas rosas, magentas y con la mano derecha saludando o diciendo adiós, fondos en amarillos y rojos ambientan la figura, el cuadro es el centro, recoge la atención reunida; amigos y conocidos se turnan para hacer guardias, los olores provienen de floreros y coronas de muertos que se ubican a los lados y recorren las paredes hacia afuera o hacia adentro del recinto. Afuera la gente espera y presiona para entrar, una fila sale del patio a la calle y otra apretujada entra al recinto; en la entrada del IAGO, la puerta luce un enorme moño negro, las paredes rojas respaldan las coronas que se extienden a ambos lados de la casa; en el andador turístico, frente al espacio cultural, jóvenes mujeres y hombres con blusa blanca hacen guardia; una banda de música repite y repite el Dios nunca muere, el ambiente de la gente es de tristeza, mucha tristeza mucha; no obstante la añoranza, amigos y conocidos se encuentran y se abrazan, se duelen, se apenan, se consuelan; el tiempo se detiene en este espacio sólo por momentos, la vida sigue y sigue.

Imagen de portada: Francisco Toledo montando una exposición en el IAGO, 2010. Fotografía de Regina Mejía. Cortesía de Amigos del IAGO y CFMAB A.C.

  1. El Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo (CFMAB), fundado en 1996 por iniciativa y con recursos de Toledo, conserva la memoria fotográfica de este movimiento oaxaqueño en un valioso archivo. La investigación que realicé para Oaxaca 2006. Imágenes de rebelión y resistencia (editado por el INBA) guarda una fuerte relación con el archivo del CFMAB.