Todo en todas partes al mismo tiempo, de Dan Kwan y Daniel Scheinert

Los multiversos del cambio generacional

Extractivismo / crítica / Mayo de 2023

Arantxa Luna

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Esta es la historia de Evelyn (Michelle Yeoh), una inmigrante china en Estados Unidos que vive entre la administración de una vieja y endeudada lavandería y el intento de ser madre, esposa e hija. Todo en todas partes al mismo tiempo (2022), de Dan Kwan y Daniel Scheinert, inicia cuando una olla a presión, es decir, la vida de Evelyn, está a punto de explotar

​ Ni administradora ni madre ni esposa ni hija. Todo, y al mismo tiempo, parece no salirle bien a Evelyn. Entre el hartazgo y la culpa, la decepción y un grito interno de desesperación, los Daniels llevan esta tragicomedia a territorios un poco más inesperados y, sobre todo, más fértiles: la historia de Evelyn es, en realidad, una historia donde un ser común y corriente debe salvar a la humanidad.

Todo en todas partes al mismo tiempo sigue paso a paso el llamado viaje de la heroína, pero lo robustece con un universo frenético que tiene sus propias reglas delirantes. El día de la celebración del Año Nuevo chino, Evelyn y su esposo, Waymond (Ke Huy Quan), deben ir a las oficinas del Servicio de Impuestos Internos de Estados Unidos (IRS por sus siglas en inglés) para salvar su lavandería del embargo. Ahí se encuentran con la inaguantable Deirdre Beaubeirdra (Jamie Lee Curtis), una inspectora obsesionada con el orden. En este escenario destinado al caos, Evelyn es abordada por Alpha Waymond, una versión de su esposo más audaz y de otro mundo, que la previene del peligro inminente: la existencia de Jobu Tupaki, un ser infinito que quiere destruir este y todos los universos y, por alguna razón, ella es la única que puede hacerle frente.

​ Este filme usa la ironía para plantear un problema de índole existencial. Evelyn ha escuchado toda su vida que no es buena para nada, pero antes de refutar esta premisa a través de un discurso superacional, la película decide no despojar a sus personajes de su verdadera naturaleza: “Eres capaz de todo porque eres mala en todo”. Esta “inutilidad” se hará presente en cada multiverso que Evelyn visite, pues cada uno representará sus dolencias y carencias físicas y emocionales.

​ A partir de la aparición de Alpha Waymond, el montaje y el ritmo agitados que componen la película serán clave para que la misión de Evelyn no se vuelva densa y agotadora. Un reto que los directores sortean con éxito y que, además, cubren con otros ingredientes: coreografías de artes marciales (elemento distintivo en la historia de la cinematografía asiática), imposibilidades cómicas como tener dedos de salchicha, la figura paródica de Mapachecoonie, el vestuario estrambótico y la construcción de escenarios más serios y dramáticos como el bagel-hoyo negro o la referencia a la obra del director chino-hongkonés Wong Kar-wai con el empleo de la técnica de los barridos y la paleta de colores que remiten a sus escenarios de amor.

​ Una vez que nuestra heroína deja atrás su negación y pasa el umbral hacia la aventura, su viaje cumple su función: la transformación durante los momentos de crisis. Y es que esa olla a presión a punto de explotar causará cambios externos que harán avanzar la historia por medio de viajes a multiversos, enfrentamientos con enemigos y cómicos gags. El personaje también tendrá un cambio interno, emocional, que provocará en Evelyn y los espectadores una serie de reflexiones, y pondrá en entredicho todo lo que creían conocer. El giro dramático sucede al descubrir que el ser infinito y malvado es Joy, la hija de la protagonista.


Alimentar al abuelo

No son las deudas, los clientes horrendos o el caos perpetuo de su familia lo que tensa a Evelyn. Es, sobre todas las cosas, que la comida no esté lista para cuando Gong Gong (James Hong), su papá, despierte. La película sitúa en primer plano una discusión generacional y las implicaciones ideológicas que esta conlleva. La figura de Gong Gong, el patriarca, representa lo inamovible, un elemento de la “vieja guardia” en donde no tiene cabida el fracaso o la homosexualidad; sin embargo, eso otro está en su propia familia: la vida mediocre de su hija y el constante ocultamiento de la lesbiandad de Joy, su nieta.

​ A partir de esta clara oposición, sucede algo interesante: otra discusión menos obvia que late en la historia. Cuando Evelyn, en uno de sus múltiples viajes, logra establecer un diálogo con Jobu Tupaki-Joy, la lucha de “la Luz vs. la Oscuridad”, “el Bien vs. el Mal” se revela como una batalla más profunda y desoladora: el desasosiego contra el sosiego, el sentido contra el sinsentido. ¿Vale la pena la existencia de un mundo donde no hay gentileza ni cariño, y en que el hecho de que la comida no esté lista genere terror? Para Jobu Tupaki-Joy la respuesta es “no”, porque nada importa realmente. Y aunque parece que otra vez hablamos de un desacuerdo generacional, Evelyn entiende perfectamente a lo que se refiere su hija-antagonista: ella también ha sentido frustración, ha vivido la intolerancia, la tristeza, y ha sido envuelta por un velo gris.

Fotograma de la película *Todo en todas partes al mismo tiempo*, de Daniel Kwan y Daniel Scheinert, 2022Fotograma de la película Todo en todas partes al mismo tiempo, de Daniel Kwan y Daniel Scheinert, 2022


“Lo siento mucho, es una niña”

En uno de los flashbacks que muestran la historia de vida de Evelyn vemos el día de su nacimiento. Junto a su primer llanto está el rostro de su papá, quien recibe las palabras del doctor: “Lo siento mucho, es una niña”. La vida de Evelyn queda marcada por la decepción de un padre que nunca estará orgulloso de ella. De ahí que la evolución de la protagonista esté estrechamente relacionada con no aferrarse a la oportunidad de vivir las “buenas vidas” que conoce en sus viajes por los multiversos.

​ Ese es el velo gris que siente Evelyn y del que su hija-antagonista está plenamente consciente, pues, de una u otra manera, la ansiedad de la madre por ser exitosa se ha desbordado sobre la crianza de su hija. Es interesante notar cómo esta presión atraviesa de manera tan irascible a las mujeres. En Evelyn, Joy y Deirdre vemos una exigencia que los hombres de la historia viven de manera distinta, cómica, patética e incluso un poco más generosa. Detrás de ellos no hay sombras alargadas que lo cubran todo. Poco o nada sabemos de la historia de Waymond, por ejemplo.

​ A pesar de esto, la pregunta clave reside en el modo en que Todo en todas partes al mismo tiempo captura estas “curiosidades” ligadas al género. Es fundamental la primera secuencia de la película, cuando se nos presenta al personaje de Evelyn y su mundo, pues, además del caos en la habitación, el desorden de las facturas, la atmósfera opresiva y la ansiedad, aparece el elemento del espejo, aquel que no solo devuelve el reflejo, sino que también es la entrada a otros mundos, a ilusiones y, por supuesto, a opresiones. Evelyn es administradora, cantante, cocinera, experta en artes marciales, mamá, pareja, hija… pero en ninguna de sus versiones es realmente plena. De esta manera, la película logra zanjar el retrato simplista sobre una supuesta “histeria” femenina, o la siempre mentada “intensidad inherente” a la mujer.

​ Una vez que esto quede en evidencia, el conflicto constante, el verdadero nudo que traspasa cualquier multiverso, será el choque férreo y violento de la incomunicación.


“¿Cómo podemos regresar?”

Una de las secuencias más destacadas de la película sucede cuando Evelyn y Joy, madre e hija, son un par de rocas. Dos elementos inanimados que, en principio, solo existen, pero que de un momento a otro intercambian un diálogo cómico-filosófico sobre la existencia y el amor. Sin respuestas y sin aleccionar, las dos rocas y la película se preguntan: ¿cuál es la “mejor” manera de habitar la vida? No importa el multiverso, la edad, el cuerpo, la orientación sexual, el estado civil… si nos equivocamos, ¿cómo podemos regresar?

​ En Todo en todas partes al mismo tiempo no hay respuesta para las dos preguntas anteriores porque los viajes de nuestra heroína se producen en el presente, si acaso en el futuro, pero nunca en el pasado, y ante esta imposibilidad, ante no saber cómo habitar “bien” la vida y no poder regresar al lugar del equívoco, solo resta hablar, comunicarse, dialogar. A pesar de que la película otorga el obligado y hollywoodense final feliz a todos sus personajes, queda resonando la idea de que a veces en el sinsentido hay sentido y que un mapache también puede cocinar cosas deliciosas, así como una mujer-madre-esposa-hija-administradora en su peor momento puede salvar a la humanidad.

Imagen de portada: Fotograma de la película Todo en todas partes al mismo tiempo, de Daniel Kwan y Daniel Scheinert, 2022