Miradas del Pacífico

El Pacífico ajeno

El Pacífico / dossier / Junio de 2019

Virginia Pérez-Ratton

Arte de: Moisés Barrios

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Estas obras de Moisés Barrios (Guatemala, 1946) forman parte de una serie de pinturas y acuarelas dedicadas al Pacífico y realizadas por el artista a mediados de los 2000. Algunas de ellas formaron parte de la exhibición “La ilustración al Pacífico” que se realizó en TEOR/éTica (San José, Costa Rica) en 2007.

Ruinas del progreso I, óleo sobre tela, 2007

S. t., de la serie Puntarenas, acuarela, 2010

S. t., de la serie Puntarenas, acuarela, 2010

Mercado en Escuintla, óleo sobre tela, 2006

Vendedora en Escuintla, óleo sobre tela, 2005

Ruinas del progreso II, óleo sobre tela, 2007

S. t., de la serie Puntarenas, acuarela, 2010

Pareja en Iztapa, óleo sobre tela, 2005

Ruinas del progreso III, óleo sobre tela, 2007

Hay algo en las pinturas de Moisés Barrios, para quienes conocimos el Pacífico de Costa Rica antes de la era del turismo masivo en sus litorales, que nos resitúa en un presente olvidado y nos remonta a un pasado irrecuperable en su identidad y esperanza —aquél que se añora de forma contradictoria, donde lo que para el citadino era paradisiaco, para el local era dramáticamente primitivo y sólo le quedaba creer en el desarrollo para soñar una vida mejor—. Esa identidad ligada a lo real y que ahora en algunos puertos y costas se difumina en escenarios artificiales, adoptados con intención de recrear otro tipo de paraíso que nunca existió ha ido mutando con un desarrollo que homogeiniza un entorno visual mediante la ubicuidad de marcas transnacionales o con el abandono y la pérdida de un futuro promisorio… ya Moisés Barrios lo apuntaba irónicamente en una obra de su serie El museo de lo obvio, hace casi diez años: “nuestro futuro ya no es como antes” […]. Estas pinturas son de una realidad improbable, pero Moisés Barrios no busca una representación, sino una lectura que subyace realidades —capturadas mediante fotografía, o sea a partir de un espacio bidimensional— que depura de su sentido de postal. Plantean una especie de vida en suspenso, donde ya nada es como era, pero en el fondo, tampoco ha cambiado: se puede ver pasar el día, sentir el calor que lleva al perro a dormir bajo la sombra de una mesa de cafetería en la arena, la lentitud en la compra mientras se conversa, percibir que el tiempo tiene otra duración que en la ciudad, escuchar cómo el mar rompe contra las ruinas del muelle, cegarse con el brillo que sólo tiene la arena mojada cuando es negra, oír los gritos de los niños gozando de la playa porque existe, nada más, y porque tal vez algunos no vendrán a menudo al mar, y porque otros únicamente tienen el mar en su vida.

Este texto es un fragmento de “El Pacífico ajeno” en Moisés Barrios, La ilustración del Pacífico, TEOR/éTica, San José, 2007, pp. 7-8.

Imagen de portada: S. t., de la serie Puntarenas, acuarela, 2010