periódicas Bibliotecas NOV.2025

Donovan Herrera Santillán

Fábula. Hojas de México

Hacia los años treinta, después de los sucesos de la Revolución, la intelectualidad mexicana reconoció la necesidad de replantear el rumbo de la nación en todos sus frentes. En el terreno literario, esta urgencia se traducía, sobre todo, en la publicación de libros y de ensayos, poemas y narrativa en revistas y periódicos que iban forjando nuevos derroteros. Sin embargo, no todos los escritores podían hacerse escuchar.

​ Las principales plumas de la época formaban cenáculos con altas barreras y los costos para producir un libro o magacín eran elevados, de modo que, habitualmente, los más jóvenes veían mermadas las posibilidades de ver sus textos impresos. Por ello, hubo quienes prefirieron aprender las artes de la edición, la tipografía y la imprenta, y emprendieron el camino de la publicación por sus propios medios. Así, “sin grupo, sin egolatría. Sin otro compromiso que escuchar con humildad atenta las voces de México”,1 nació Fábula. Hojas de México, dirigida por Alejandro Gómez Arias y Miguel N. Lira. Esta revista alcanzó nueve números mensuales, de enero a septiembre de 1934. Se imprimía en la Ciudad de México en la casa de Lira, ubicada en Juárez #11, en la colonia Portales, morada que también fungía como los talleres de la editorial homónima y en la que, además, se daban cita diversas personalidades de renombre, tanto nacionales como internacionales.

​ Ahí había iniciado un año antes la impresión de plaquettes de poetas como Xavier Villaurrutia, Octavio Paz y Efraín Huerta. Se hicieron los primeros números de la revista con “La Caprichosa”, una singular prensa de mano que trabajaba cuando quería. No obstante, Lira logró una buena relación con ella para obtener limpias y admirables ediciones. Por su parte, Gómez Arias se encargaba de lo editorial, principalmente la búsqueda de colaboraciones y sus correcciones con los autores.

​ En la revista literaria se publicaron ensayos, poemas, narrativa breve y hasta grabados, imágenes y fotografías. Asimismo, el apartado Señales —que sólo apareció en el primer número— anunciaba el lema de Fábula al tiempo que funcionaba como un espacio para expresar interrogantes y meditaciones. La sección Libros de México contempló breves reseñas de textos escritos por autores nacionales e impresos en el país; mientras que Libros para México —presente en los números 1, 2 y 4—, incluyó reseñas de libros extranjeros que trataban algún tema mexicano. Al final del número 7 se destacó, a manera de promoción, una pequeña lista de cuatro textos publicados por la editorial Fábula. El número 9, por su parte, es especial, porque se le hizo un homenaje a Alfonso Reyes mediante la publicación de textos de su autoría, así como elogios de varios escritores allegados.

​ En las Hojas de México colaboraron tanto los escritores y artistas plásticos reputados como los emergentes, pues sus páginas estaban abiertas “a los valores consagrados, mas, y con significada predilección, a los nuevos valores”.2 Al respecto, Gómez Arias señala: “nuestra revista tenía carácter antológico, donde se daban cita hombres de diversas generaciones y tendencias. Lo único que deseábamos eran colaboraciones de alta calidad, sin que nos importaran por sí mismo los nombres de los autores”.3 Entre los nombres conocidos figuraron, por ejemplo, Ermilo Abreu Gómez, Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, Alfonso Teja Zabre, Agustín Yáñez, Julio Torri, Roberto Montenegro, Francisco Díaz de León y Alfonso Reyes. Y junto a éstos aparecieron unos apenas conocidos: Amalia Fernández Castillón, Margarita Urueta, Anselmo Mena, Horacio Quiñones, Alfredo Velasco, Rafael López Malo, Alfonso Ortiz Vidales, entre otros.

​ En síntesis, Fábula fue un espacio para que los escritores consagrados siguieran promoviendo su palabra, pero también para que nuevos labraran la suya. Asimismo, la publicación deleitaba visualmente a los lectores con el trabajo tipográfico y con algunos grabados, fotografías e imágenes referentes, principalmente, a lugares y personajes mexicanos. Con esmero y generosidad, la revista fue un faro que alumbraba a los pescadores de letras nacionales, a la par que potenciaba las voces e ideas de una nueva literatura mexicana de fábula.

Imagen de portada: Ilustración de Cecilia Macías, 2025.

  1. Fábula 1, p. 18. 

  2. Manuel González Ramírez, “Fábula y Huytlale”, en Las revistas literarias de México (2ª serie), INBA, México, 1964, p. 62. 

  3. Alejandro Gómez Arias y Víctor Díaz Arciniega, Memoria personal de un país, Grijalbo, México, 1990, p. 164.