dossier Nacionalismos DIC.2025

Nouri al-Jarrah

Homero en su lecho de muerte

Traducción de Shadi Rohana

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I

En Troya no hubo guerra. No hubo mar, ni naves, ni murallas para escalar. El caballo de madera: una farsa. También los soldados ocultos en su vientre.

Mil disculpas, héroes caídos míos:

A ti, Aquiles, y tus pies ligeros; a ti, Héctor, pecho troyano siempre ancho; y a ti, Agamenón, con tu barba cana y la espada aún desenvainada.

II

En Troya no hubo guerra. No hubo sangre, ni lágrimas, ni arcos de triunfo, ni coronas de laurel.

Nadie fue herido. Nadie mató a nadie. Nadie fue enterrado. Nadie hizo duelo. Ninguna mujer lloró.

III

En Troya no hubo guerra.

El muchacho no le dio ninguna manzana a la muchacha. Y ese tal Menelao —el esposo— nunca existió. Helena era una ramera que solía pasearse por mi jardín para tomar el sol. Por ella sola solté la imaginación y los dedos en las cuerdas, por su rebozo carmesí, por sus mejillas suaves.

IV

En Troya no hubo guerra. No hubo orillas, ni naves, ni soldados embarcados en las naves.

La luna jugaba sobre los campos y el árbol hacía compañía al caballo.

No hubo guerra.

El aedo soltó las cuerdas al viento sólo para recobrar sus dedos.

No hubo guerra.

Regresen a casa, abracen a sus mujeres, besen a sus hijos y beban.

Este poema de Nouri al-Jarrah proviene de Lā arb fī urwāda [En Troya no hubo guerra], publicado en 2019. Nouri se encontraba entonces —y todavía hoy— en su exilio continuo en Londres, mientras su país, Siria, seguía inmerso en una guerra civil —algunos dirían mundial— en la que las distintas facciones armadas, ya fuera la del poder dictatorial de Bashar al-Ásad o las oposiciones a él, se enfrentaban no sólo por el control del territorio, sino también por la escritura de su narrativa histórica y de su identidad nacional y religiosa. Esas facciones, algunas respaldadas por potencias nucleares tanto de la región como de fuera, buscaron deslegitimar la revolución que había surgido de las calles durante las protestas populares en 2011. Nouri, que inició su exilio a comienzos de los años ochenta —primero en Beirut, Líbano, donde se unió a las filas de la Organización para la Liberación de Palestina, y luego, junto con ésta, se embarcó en un destino incierto por el Mediterráneo hasta establecerse finalmente en Londres—, sigue sin dudar de la identidad de su país natal: una tierra firme a la orilla oriental del Mediterráneo, donde confluye una multiplicidad de fuentes mitológicas, marítimas e históricas, como en su poesía.

Imagen de portada: Las protestas de 2021 por la democracia en Tailandia rememoraron la matanza estudiantil de 1976 en la Universidad de Thammasat. La fogata recreó con maniquíes la cremación de los estudiantes asesinados por la policía y las fuerzas paramilitares. Charintorn Rachurutchata, foto intervenida con kintsugi, de la serie The Will to Remember, 2021. Cortesía de la artista.