editorial Redes MAY.2025

Editorial

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Es difícil acordarse de ello, pero el internet y las redes sociales solían despertar optimismo. De Twitter se decía, en sus primeros años, que era el equivalente virtual de la plaza pública. La efervescencia de la crítica se interpretaba como un indicio del progreso democrático, incluso parecía que algunas protestas y denuncias tenían el poder de arrinconar al gobierno y a las corporaciones. La vastedad de la información asombraba y abrumaba. Ese periodo duró poco. En un abrir y cerrar de ojos, un puñado de empresas chinas y estadounidenses dominó el espacio digital con plataformas que hoy nos parecen inescapables. A cambio de mantenernos informados y de convivir con otras personas, cedemos nuestros datos. La geolocalización, una cláusula que suscribimos sin reparar demasiado en ella, delata qué lugares frecuentamos, en qué horarios y por cuánto tiempo. Las aplicaciones recopilan estadísticas sobre los videos que miramos, los textos que leemos, las noticias que despiertan o repelen nuestro interés, las mercancías que adquirimos y las que anhelamos comprar. Revelamos todo y de esa forma nos exponemos a ser controlados mediante la vigilancia constante y la manipulación informativa. Este mes, en conjunto con el Festival El Aleph dedicado a las redes, exploraremos estos temas en nuestros distintos medios. En este número, por ejemplo, el sociólogo Guobin Yang repasa la historia del internet y las redes sociales en China. Al margen de esas “redes sociales”, existen numerosas redes de personas que también consideramos en este dossier: desde las que forman los contrabandistas para cruzar mercancías y migrantes por las fronteras hasta las redes de afecto y apoyo en los momentos más difíciles de la vida. En África, las redes que cuelgan sobre las camas protegen a la gente de la malaria. Desde la prehistoria, la humanidad se ha servido de redes para cazar y pescar; hoy nos transportamos en redes como la del Metro. No sólo nuestra especie ve utilidad en las redes: las arañas son famosas por tejerlas, ciertas plantas han evolucionado como enredaderas y algunos hongos crean, en torno a las raíces de los árboles, una red de tubos que llamamos “micelio”. Al compartir libros, labor esencial de las bibliotecas, formamos redes de conocimiento y lectura, como las que ha tejido la Revista de la Universidad de México durante casi un siglo.

Imagen de portada: Zero at the Bone, s.f. Fotografía de Balarama Heller. Cortesía del artista.