crítica Redes MAY.2025

Jacobo Zanella

Bibliotecas imaginarias, de Mario Satz

Una biblioteca a la vez

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Una de las discusiones que aparecen en el libro Conversaciones con Mario Levrero (2008) tiene que ver con la práctica de la crítica literaria en medios. Levrero argumenta su rechazo a la manera en que la prensa, al menos en su contexto (Montevideo, inicios de siglo), puede llegar a ser un problema, una actividad “improductiva”. Hace referencia a un “alma” del texto, cómo ésta debería conectarse directamente con el alma del lector, sin intermediarios, y cómo muchos críticos llegan a impedir esa conexión en lugar de favorecerla. Acerca del posible efecto de la crítica sobre el trabajo del propio escritor, dice: “Los grandes aportes [me] llegan casi exclusivamente de los amigos”. Y termina por exponer una propuesta formal como solución a este asunto: “Una crítica bibliográfica debería informar escuetamente que salió tal libro, que tiene tantas páginas, que cuesta tanto y, en todo caso, que el autor escribió además tal cosa y tal otra. Si se quiere, transcribir un fragmento del comienzo (que es muy útil para calibrar mentalmente el conjunto)”. Es a partir de esta sugerencia o insinuación que me he tomado la libertad de apropiarme de la forma propuesta y de complementarla con otras variables inspiradas por la lectura del mismo libro de Levrero.

Acantilado (Barcelona, 1999) publica en 2021 el ensayo Bibliotecas imaginarias de Mario Satz (Coronel Pringles, 1944), quien, al momento de la publicación, tenía 77 años. El libro forma parte de su colección Cuadernos del Acantilado (107). Características: tapa blanda con solapas, 11.5 x 18 centímetros, 216 pp., € 14.

​ EPÍGRAFE: Si tienes una biblioteca con jardín, lo tienes todo. —Cicerón.

​ PRIMER PÁRRAFO DEL LIBRO: La mañana en que Paul-Émile Botta descubrió en la ciudad de Nínive los restos de la gran biblioteca de Asurbanipal llovía mansamente. Bajo el polvo y la arena yacían enterradas, pero aún legibles, algunas de las tablillas que narraban las guerras entre los dioses y los hombres. Poca cosa para el sitio que había contenido miles de documentos de arcilla cocida. Las lenguas que contaban prodigios animales, evocaban el estilo de los pájaros de jaula y hablaban de la farmacopea nativa y la vida íntima de ciertos planetas eran el acadio y el sumerio. En la confección de esos soportes de terracota se invertía la cosmología, ya que primero participaba el agua en la mezcla y el amasado del barro, y luego el fuego tras el trabajo con las cañas de impresión. El fuego que fijaba la cocción de los que serían llamados signos cuneiformes era, según la disponibilidad, el simple calor del sol del mediodía o bien los hornos de pan. Que las tablillas escritas y el pan se juntasen y separasen a horas distintas recordó a Botta lo indivisible que era el alimento material del espiritual. Sin embargo, mientras que casi todos los hombres de la época tenían acceso al pan, magro o dorado y ancho, quienes sabían leer eran unos pocos, y escribir aún menos.

​ ÍNDICE: El canal de las estrellas; La Casa de la Vida; El vendedor de esponjas; El impresor de Venecia; El monasterio frente al mar; Qumrán; El hacedor de papel; El incendio del templo del saber; El hongo violeta; El oculista de Córdoba; El encuadernador de Amberes; La lectora del Shogun; La avenida de las bestias; El diccionario de las flores; El cántaro enterrado; La minúscula biblioteca de Quevedo; La cueva de los códices; Cuando Ibn Arabi bajó al fondo del mar; El doble escriba sentado; La cabaña del amigo de las musas; Los libros de un beduino; Pitágoras en Lilybaeum; Las huellas del tigre; El libro favorito de Sei Shōnagon; Desenterrando parábolas; El calígrafo de rosas; La salvación por la lectura; Leer y traducir; Especialista en nidos; Madinat al-Zahra; Estaciones y libros; Pintor de pájaros; El Jardín del Brillo Perfecto; La tristeza de Ovidio; Ladrona de belleza; Paredes de corcho; Cagliostro en Praga; Una cita de amor en el campo de muerte; Jenofonte y la retirada de los diez mil; El año de la peste; El Fondo Kati; Un constante trasiego de libros.

​ SUBRAYADO: En el interior del amable sitio de reposo y sabiduría que los reunía se alzaba una frágil biblioteca de bambú en la que solo dormía un libro por vez. Lo escogían al azar, de otras bibliotecas. A veces era El libro de las libélulas rojas, a veces El catálogo de los cielos o bien Los sueños del señor tigre. Pasaba de mano en mano y cada uno leía en voz alta un fragmento que luego comentaban entre todos. En primavera los trinos de las oropéndolas y ruiseñores hacían caer alguna que otra flor de los perales. En otoño leían poesía y bebían té verde, en invierno licor de arroz y zumo de grosellas negras. Cuando nadie la visitaba, la biblioteca estaba por lo general vacía, pues como discípulos del Tao no le temían a la nada ni a su silencio. En ocasiones el libro escogido dormía una o dos noches allí, protegido por un estuche de seda. (Del capítulo “El hacedor de papel”, p. 36.)

​ PRIMERAS LÍNEAS DE LA CONTRAPORTADA: Desde que existen los libros y las bibliotecas, las voces e ideas del pasado se han conservado como auténticos tesoros del saber y del placer. Que algo invisible como la lengua, a través de la escritura, perviva en silencio hasta que una mano lo despierta para alegría de los ojos y felicidad del corazón es una trampa que lo perdurable le tiende al tiempo.

​ DE UNA RESEÑA DE MIGUEL CANO: [El autor] rastrea y resucita en cada uno de los 42 breves pero intensos capítulos de este libro episodios de todas las épocas protagonizados por grandes gobernantes y sabios o por humildes lectores anónimos, pero en los que siempre hay un volumen concreto y único o toda una biblioteca en el centro del relato.

​ EL LIBRO PODRÍA DIALOGAR CON: Biblioteca mínima, 2019, y Biblioteca portátil de Alejandro Arteaga, 2024; Libraries in the Ancient World de Lionel Casson, 2001; The Bibliomania or Book Madness de Thomas Frognall Dibdin, 1809; El viajero, la torre y la larva. El lector como metáfora de Alberto Manguel, 2014; La biblioteca ideal de Matías Serra Bradford, 2009; Historia de los libros perdidos de Giorgio van Straten, 2016.

​ LIBROS DEL MISMO AUTOR PUBLICADOS JUSTO ANTES DE ESTE: Lavandula (novela, Eirene, Madrid, 2019, 172 pp.): [El libro] nos pasea por una geografía que fue tan apreciada por los romanos como hoy por visitantes de todo el mundo interesados en el cultivo de una planta cuyo prestigio crece a la par que se afianza el genio de sus cultivadores. El alfabeto alado (ensayo, Acantilado, Barcelona, 2019, 216 pp.): Entre el alma humana y las mariposas existe un estrecho parentesco: lo que en una es oscilación y ascenso en las otras es aleteo y color […]. Breves e intensos, los relatos que reúne este bellísimo libro dan cuenta de las aventuras y desventuras de esas joyas aladas que han dado lugar a tantos mitos, leyendas y fábulas dignos de ser recordados. (Descripciones de los editores.)

​ PROLIFICIDAD: en el sitio web del autor aparecen 68 títulos, entre ensayos, poemarios y novelas, publicados de 1970 a 2024.

​ COLECCIÓN: el libro está publicado en la colección Cuadernos del Acantilado (“Obras breves de ficción y ensayo de grandes autores”), entre estos otros: La mañana de un terrateniente de Lev Tolstói (106) y El universo de Dostoievski de Tamara Djermanovic (108).

Mario Satz, Bibliotecas imaginarias, Acantilado, Barcelona, 2021.

Imagen de portada: Iván Krassoievitch, Poema radiofónico (2), 2024. Cortesía del artista y de Proyectos Monclova.