Baba Yagá puso un huevo

Selección

Magia / dossier / Marzo de 2022

Dubravka Ugrešić

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Al principio no las ves…

Al principio no las ves. Y luego, de repente, como un ratón extraviado, se desliza en tu campo visual un detalle fortuito: un bolso de señora anticuado, una media caída que se ha quedado atascada en el tobillo hinchado, unos guantes de ganchillo en las manos, un sombrerito pasado de moda, el cabello ralo y canoso que centellea con variaciones de tonos violeta. La dueña de estos tonos violáceos mueve la cabeza como un perrito de los que adornan la bandeja del coche y esboza una sonrisa desganada… Sí, al principio son invisibles. Pasan a tu lado como sombras, picotean el aire, caminan con trote corto, arrastran los pies por el asfalto, se mueven con pasitos de ratón, empujan carritos, se apoyan en andadores metálicos rodeados de una multitud de absurdas bolsas de plástico y bolsitos, cual desertores que aún llevaran sus pertrechos de guerra. Las hay que todavía “están en forma”; lucen un vestido veraniego con escote y una coqueta boa de plumas alrededor del cuello, un viejísimo chaquetón de astracán medio apolillado, con el maquillaje corrido. (¿Quién es, por lo demás, capaz de maquillarse correctamente con las gafas sobre la nariz?) Ruedan a tu lado como montones de manzanas resecas. Murmuran algo entre dientes, hablando con sus interlocutores invisibles, como chamanes. Circulan en los autobuses, tranvías y metros como si fueran maletas olvidadas: dormitan con la barbilla apoyada en el pecho o lanzan miradas asustadas a su alrededor, preguntándose en qué parada deberían bajar, e incluso si tienen que bajar. A veces te detienes un instante (¡solo un instante!) delante de una residencia de ancianos y las observas a través de los ventanales: están sentadas a las mesas, pasan los dedos por las migas de pan como si fueran letras de braille y envían a alguien sus mensajes incomprensibles.

El que sabe mucho envejece pronto

Dra. Aba Bagay Slavic Folklore Studies Joensuu Yliopisto, University of Joensuu P. O. Box III FI-80101 Joensuu
Estimado editor: Debo confesar que realmente me ha sorprendido recibir su carta. No sé cómo, habiendo tantos expertos sobresalientes en folclore, me ha elegido precisamente a mí. Hace muy poco que he empezado a trabajar en esta facultad y aún no me he asentado lo suficiente en los círculos profesionales locales ni en los internacionales para que mi nombre le pueda sonar tanto. Me alegra, por supuesto, que se haya dirigido a mí, pero al mismo tiempo debo aclarar que, aunque las tradiciones mitológicas rituales y folclóricas de los eslavos son mi especialidad, eso no significa que ya sea una experta en el tema que a usted le interesa. Y, por otra parte, voy muy corta de tiempo porque estoy terminando mi libro Creencias populares búlgaras relacionadas con el nacimiento y, por desgracia, no dispongo de las horas que me gustaría tener para dedicarme a contestar su pregunta. No obstante, halagada por su confianza en mi capacidad y animada por su interés de mantener el contacto (que, ¡quién sabe!, quizá no sea tan casual), he leído con placer el manuscrito que me ha enviado y no tengo reparos en confesar que su brevedad ha contribuido mucho a esa sensación placentera.

©Peter Köhler, _Baba Yagá_, 2020. Fotografía de Nora Bencivenni. Cortesía del artista y Galleri Magnus Karlsson ©Peter Köhler, Baba Yagá, 2020. Fotografía de Nora Bencivenni. Cortesía del artista y Galleri Magnus Karlsson

Por lo que he entendido de su carta, la autora del citado manuscrito se comprometió a remitirle un trabajo en prosa basado en el mito de Baba Yagá. Dicho sea de paso, me ha emocionado que usted reconozca que “no tiene ni idea” de quién es Baba Yagá. Y, no obstante, si hubiera “surfeado” un poco por Internet, habría visto que Baba Yagá, ciertamente, no es Oprah Winfrey o la princesa Diana, pero tampoco es un personaje mítico completamente anónimo. Su nombre lo llevan un centro de actividades chamánicas en el norte de Holanda, una tienda de lámparas de mesa en algún lugar de Polonia, una revista polacoamericana (Baba Yaga’s Corner), una residencia para personas mayores e incapacitadas, una pensión familiar y una escuela de idiomas en Alemania. A los restaurantes, pastelerías y las tiendas de alimentación sana les encanta el nombre de Baba Yagá, cosa que, teniendo en cuenta las preferencias gastronómicas de Baba Yagá, tiene su gracia. También llevan su nombre algunos gimnasios, ¡probablemente porque los dueños de estos establecimientos creen que Baba Yagá guarda alguna relación con el yoga! “Baba Yagá” es el nombre de un Damenschneiderei, es decir, del taller de una modista alemana, así como de un spirituele webwinkel holandés (donde los interesados pueden adquirir bolas de cristal y teteras) y de un coro femenino, también holandés. La figura de Baba Yagá ha servido de estímulo artístico a compañías teatrales, a grupos de música, a proyectos artísticos, a directores de cine, a dibujantes de historietas y de películas animadas, a autores de novelas gráficas y no gráficas, a páginas web de horror y de porno, a blogs y a anuncios. Así, por ejemplo, un eslogan publicitario serbio para el Porsche Carrera GT reza: “La Baba Roga de las carreteras”; Baba Roga, por supuesto, es el equivalente serbio de la Baba Yagá rusa. No obstante, a pesar de lo extendido que está el (ab)uso de ese nombre, supongo que el lector corriente que no sea eslavo no sabrá mucho acerca de Baba Yagá. Incluso para la mayoría de los lectores eslavos, Baba Yagá no es más que una anciana fea y malvada que roba niños pequeños. Y precisamente aquí reside nuestro problema compartido. Usted afirma con modestia no tener ni idea de quién es Baba Yagá, y me ruega que le explique qué correlación hay entre la prosa de la autora y el mito sobre Baba Yagá. En estas circunstancias, reconocerá que el cometido que me pide no es nada fácil. Con la intención de contestarle de la forma más sencilla y metódica posible, he redactado solo para usted un texto titulado “Baba Yagá para principiantes”. Se trata de un breve glosario de temas, motivos y mitemas relacionados con la mitología eslava y, por supuesto, con la “babayagalogía”. En este punto quiero llamar su atención sobre el hecho notorio de que la mitología eslava es solo supuestamente “eslava”. Los mitos, las leyendas y las tradiciones orales tienen las propiedades de los virus. Había “historias” similares a la de Baba Yagá por doquier: en los bosques eslavos, en los desiertos africanos, en las faldas del Himalaya, en los iglús esquimales, y han llegado a nuestros días y a la cultura de masas y pueden entreverse en los culebrones televisivos, en las series de ciencia ficción, en los foros de Internet y en los videojuegos; en Lara Croft, Buffy Cazavampiros y Harry Potter.
Sea como fuere, yo me esforzaré para proporcionarle unos “datos” básicos relacionados con la figura mítica de Baba Yagá (quién es, de dónde viene, dónde vive, qué aspecto tiene, a qué se dedica y cosas similares). Luego vamos a repasar juntos algunos detalles exhaustivos y pesados. Le aseguro, sin embargo, que cada detalle tiene su sitio en nuestro rompecabezas de Baba Yagá. Por el camino procuraré llamar su atención sobre las relaciones semánticas entre Baba Yagá y el díptico en prosa de la autora. Mis explicaciones no tendrán un propósito interpretativo o valorativo, y aparecerán dentro de algunas de las entradas del glosario bajo el título “Observaciones”. Por lo tanto, le ruego que las entienda como intervenciones personales que no suponen ninguna obligación para usted. Naturalmente, tampoco lo demás lo obliga a absolutamente nada. Me gustaría que entendiera el texto que le adjunto como un viaje a través de un bosque de significados: en otras palabras, como un recorrido a través de un cuento invertido. Yo me esforzaré para que este trayecto sea más fácil (porque mi trabajo consiste en deambular por el bosque y fisgonear bajo cada arbusto, y el de usted es atravesarlo). Lo que le pido es un poco de paciencia. ¿Por qué? Porque solo a los héroes pacientes y perseverantes —esos que están dispuestos a recorrer siete montañas y siete mares y desgastar en el camino tres pares de zapatos de hierro— los espera una recompensa al final del cuento. Si lo esperará a usted, no lo sé, lo debe comprobar por usted mismo.

Saludos cordiales, Dra. Aba Bagay

Baba Yagá para principiantes

Baba Yagá es una “disidente”, una marginada, solitaria, “una solterona”, un espantajo, una perdedora, pero no está sola ni aislada. Tiene numerosas hermanas no solo en los mitos y tradiciones del folclore ritual eslavo, sino también en los de muchos otros lugares. La Ježibaba eslovaca, (Ježibaba o la Jagababa o Jahodababa checa) tiene la nariz como una perola, y una boca grande y ancha. Domina diversos trucos: convierte a las princesas en ranas y ella misma se puede convertir en rana o serpiente. Ježibaba es policéfala: puede temer siete, nueve o doce cabezas. La policefalia, el canibalismo, la transformación y una gran maldad son los rasgos principales de esta peligrosa Ježibaba checa y eslovaca. Ježibaba posee objetos mágicos: zapatos con los que se puede caminar sobre el agua, una calavera que hace que llueva, una manzana de oro, un bolsito de oro y un bastón que convierte en piedra todo lo que toca. Lo más frecuente es que Ježibaba entre en contacto con cazadores de fieras salvajes en las cercanías de su morada. En el folclore de los serbios, los croatas, los bosniacos, los eslovenos, los macedonios y los montenegrinos existe un viejo espantajo: Baba Roga, Baba Jega, Gvozdenzuba. Los pueblos citados temen más a brujas y hadas locales que a la propia Baba Yagá. Baba Roga es un espantajo al que poca gente toma en serio y, en este sentido, es difícil compararla con la rusa Baba Yagá. A decir verdad, en el folclore serbio existe la Madre del Bosque, que reúne las características de la bruja, de la ninfa acuática, del hada de los montes y de Baba Yagá. A la Madre del Bosque se la describe como una mujer joven de pecho exuberante, larga cabellera negra y desgreñada, y uñas largas (aunque también puede ser una mujer vieja, fea y desdentada). Se les aparece a los hombres desnuda o con un vestido blanco y tiene el poder de convertirse en un almiar de heno, en un pavo, una vaca, un cerdo, un perro o un caballo. Sus apariciones suelen producirse a medianoche. Es caprichosa, ataca a los recién nacidos y a los niños, pero también los protege. Sabe curar a las mujeres estériles con pociones de hierbas del bosque. Tiene, además, según dice, una voz hermosa y es asombrosamente lasciva: a menudo seduce a los hombres, los lleva a las profundidades del bosque y mantiene con ellos relaciones sexuales.

©Eugène Samuel Grasset, _Tres mujeres y tres lobos_, s.f. ©Eugène Samuel Grasset, Tres mujeres y tres lobos, s.f.

Los búlgaros tienen, en lugar de a Baba Yagá, a la Madre de las Montañas, que causa el insomnio de los niños; también tienen brujas, ninfas acuáticas y un monstruo femenino que es un derivado eslavo de la lamia de la Antigua Grecia. La Mamapadurei (Muma pădurri) rumana vive en el bosque, en una cabaña sobre patas de pájaro. La cabaña está rodeada por una valla en la que están clavadas calaveras humanas. Ella roba niños pequeños y los convierte en árboles. Baba Cloanță (Baba Fauces) es una vieja alta y fea con dientes como rastrillos. Guarda un tonel con almas humanas. Baba Coajă es una asesina de niños con una larga nariz de cristal, una pata de hierro y uñas de latón. Baba Harcă vive en una cueva y roba estrellas del cielo. La equivalente rumana de santa Petka o santa Paraskeva es Sfînta Vineri, que supervisa los telares de las mujeres. Tiene apariencia humana, pero la traiciona la pata de gallina. En las leyendas del folclore húngaro vive Vasorru Baba, una vieja con una nariz de hierro que le llega casi hasta la rodilla. Vasorru Baba pone a prueba a los jóvenes héroes y heroínas, y si no son amables con ella los puede convertir en un animal o en piedra. Ragana (regetti en lituano significa “saber, ver, prever”, y ragas es “cuerno”, “media luna”) es el personaje mitológico malvado de los lituanos. Ragana tiene un mortero en el que duerme o en el que vuela con ayuda de la escoba y el mazo. En invierno, Ragana se baña en agujeros abiertos en el hielo, se sienta en las ramas de un abedul y se peina la larga cabellera. Su naturaleza pérfida es más evidente en verano, cuando destruye las cosechas, estropea la leche, mata a los recién nacidos y comete tropelías en las bodas, donde es capaz de convertir al novio en lobo. Ragana está ligada a la muerte y a la resurrección, es decir, a la regeneración. La Baba Yagá polaca (Jendzibaba, Jedsi Baba) es una “mujer que trota sobre una pata de gallina” y tiene las características generales de la Baba Yagá eslava. Los sorbios de Lusacia creen en las wurlawy (o worawy), mujeres del bosque que salen de la espesura exactamente a las diez de la noche. Se agarran al arado y aran la tierra armando un gran alboroto. Wjera o Wjerobaba es la versión de los sorbios de Lusacia de Baba Yagá. Una anciana con nariz de hierro (Zaliznonosa Baba) se pasea por las leyendas y cuentos de hadas ucranianos, y la siguen treinta babas con lenguas de hierro y una baba de hierro (Zalizna Baba) cuya casa se alza sobre patas de pato. La variante noruega de Baba Yagá podría estar formada por tres mujeres que aparecen en los cuentos noruegos. Una es una anciana, la “vieja madre” (Gamlemor) cuya larga nariz se quedó clavada en un tocón, y lleva así centenares de años. Espen Askeladd (la versión noruega del ruso Iván el Tonto o Iván Popialov, “el de las cenizas”) ayuda a la vieja a liberar la nariz y recibe a cambio una flauta mágica. La segunda es Trollkjerring o Haugkjerring, la vieja bruja, y la tercera es Kjerringa mot strommen (literalmente “mujer que va contra corriente”), una mujer cabezota y feroz. El folclore finokarelio tiene su Syoyatar. De sus ojos salen volando los gorriones, de los dedos de los pies, las cornejas, debajo de sus dedos reptan las serpientes venenosas, de sus orejas salen los cuervos y del cabello, las urracas. Syoyatar es la encarnación del mal y nunca ayuda a nadie, pero es un consuelo saber que no es caníbal. Akka, otro personaje malvado finokarelio, está más cerca de Baba Yagá. Akka vive en el bosque o a orillas del mar, amenaza a los viajeros con comérselos, tiene pechos “grandes como tinajas” y sus piernas dan tres vueltas a la cabaña. Igual que Baba Yagá, Akka también le pide al héroe o a la heroína que cumpla diversas tareas (que caliente el baño, que dé de comer a los animales y que cuide a los caballos), y por el trabajo bien hecho los premia con consejos útiles.
Sea como fuere, después de este repaso rápido no es difícil concluir que Baba Yagá vuela globalmente: que la “especie baba” es internacional, y que podemos encontrar familiares de Baba Yagá en Asia, Suramérica o África, y que la Internacional de Baba Yagás enreda los hilos por doquier y que lo hace desde siempre.1

Baba Yagá puso un huevo, Luisa Fernanda Garrido y Tihomir Pištelek (trads.), Impedimenta, Madrid, 2008, selección de las páginas 7-9, 261-266 y 355-361. Se reproduce con autorización.

Imagen de portada: Jørgen V. Sonne, Midsummer’s Eve. Sick People Asleep upon the Grave of St. Helena at Tisvilde, 1847. Statens Museum for Kunst

  1. Se omite aquí una nota de la autora con una descripción de “las mujeres pérfidas más conocidas de la Antigüedad”: las empusas, la lamia, Hécate, Erífile, Eos (Aurora), Selene (Luna), Eris, Ino, Medusa, las Grayas, las Keres, las Erinias, las aves del Estínfalo, Mormo, la Esfinge, las Larvas, las Estirges, las Manías, Equidna, las Moiras, las Parcas y las Nornas. [N. de las E.]