Cuatro puertas hacia Miguel N. Lira
A ciento veinte años de su nacimiento, al celebrar a Miguel N. Lira, volvemos a una obra que siempre fue nuestra, pues está hecha de comunidad. Poeta, narrador, dramaturgo, editor, periodista, guionista, servidor público y tipógrafo, su legado no se limita a un nombre propio, sino a una práctica constante de apertura intelectual y compromiso colectivo. Sus libros, revistas, su imprenta y las instituciones que fundó y dirigió fueron semillas, gestos que crecieron y alimentaron a generaciones enteras.
Desde su imprenta Fábula y la Imprenta Universitaria y al frente de la Revista de la Universidad de México (“Pensar América desde sus pueblos”) y de Fábula y Huytlale (“Esta revista no se vende, se da”), Miguel N. Lira les dio lugar tanto a voces consagradas como a las emergentes, pues entendía que una publicación implica tender redes y escuchar con atención la diversidad de los imaginarios. En estos espacios, dio cauce al pensamiento mexicano y latinoamericano, al tiempo que prestó sus páginas a las plumas transterradas españolas. En tiempos de exilio y fractura política, Lira eligió la hospitalidad e hizo de México y Tlaxcala territorios en los que las letras podían sobrevivir y reencontrarse. Esta acción de valentía y generosidad cobra hoy, en un contexto de guerra y exterminio, una vigencia particular porque nos muestra que la literatura puede ser casa, refugio y resistencia; mediante la creación, la escritura y la edición también se toma postura, se elige un lado u otro de la historia.
Uno de los grandes temas de la poesía de Miguel N. Lira fue la infancia y la pérdida de ésta por el exilio; como funcionario y editor en la SEP, convirtió la nostalgia por el paraíso perdido en una acción concreta: creó colecciones de libros gratuitos para las infancias. Con el libro Mi caballito blanco y la colección Biblioteca de Chapulín, hizo de la literatura un bien material para las niñas y los niños, convencido de que la imaginación y la ternura sanan y fortalecen el mundo interior. Su compromiso con la niñez y la educación popular sigue siendo una inspiración para el presente: los libros y las lecturas deben estar al alcance de todas las personas, especialmente, las más vulneradas.
Su casa Huytlale fue lugar de tertulias, fiestas y amistades: allí se tejían vínculos en los que el arte, el cariño y la vida pública iban de la mano; asistían decenas de amigas y amigos y lo acompañaba su esposa Rebeca Torres Ortega —feminista del siglo XX, editora, escritora y primera presidenta municipal de Tlaxcala.
La selección de textos que presentamos —“La hormiguita que se quebró su patita”, “Corrido de amor a Tapachula”, “Palabras a los pájaros” y “Acción de Gracias”— traza un mapa de los tonos esenciales de la escritura de nuestro don Miguel: la unidad de la naturaleza, el deseo que se atreve a imaginar otros destinos, la solidaridad frente a la injusticia y la gratitud luminosa ante la vida. “La hormiguita…”, leída por cientos de miles en los libros de texto de la SEP, condensa una moraleja: nadie se salva solo. “Corrido de amor a Tapachula”, escrito en Chiapas en una de las etapas más difíciles de su vida, convierte la herida en un juego: la hipótesis amorosa se vuelve una libertad interior. “Palabras a los pájaros”, publicado en la Revista de la Universidad de México en 1937, dirige la voz hacia las infancias despojadas por la miseria, como un gesto nítido de amparo. Y en “Acción de Gracias”, leído en la cena de Nochebuena de 1960, un par de meses antes de morir, la poesía se hace acto radical: cuando falta el aire, la vida regresa por un instante como un regalo.
Tres artistas tlaxcaltecas contemporáneas acompañan este recorrido: Daniela Bonilla, Cecilia Macías y Ana Rosa Diaz Ahuactzi. Sus miradas extienden los gestos de Lira de agradecer incluso en la fragilidad, sembrar para el cuidado colectivo y transformar el dolor en canto y la soledad en compañía.
Leer a nuestro Lira nos recuerda que su palabra estuvo siempre al servicio de la gente. A quienes se acercan a él por primera vez, este dossier les abre la puerta a una obra viva; y a quienes ya lo conocían, les brinda la ocasión de escuchar nuevamente ese corazón que todavía canta.
Gracias siempre a Jorge Comensal, director de la Revista de la Universidad de México, por este homenaje. Bienvenidas y bienvenidos.
Imagen de portada: Ilustración de Daniela Bonilla Morales, 2025.