El Presidente

Populismos / dossier / Diciembre de 2022

Jorge Hernández Campos

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…fuit magna vi et animi et corporis, sed ingenio malo pravoque. Huic ab adulescentia bella intestina, caedes, rapinae, discordia civilis grata fuerunt, ibique iuventutem suam exercuit. Corpus patiens inediae, algoris, vigiliae supra quam cuiquam credibile est. Animus audax, subdolus, varius, cuius rei lubet simulator ac dissimulator, alieni adpetens, sui profusus, ardens in cupiditatibus; satis eloquentiae, sapientiae parum. Vastus animus inmoderata, incredibilia, nimis alta semper cupiebat.


Salustio, La conjuración de Catilina



… tengo frío tengo frío

¿este frío?

​ el revolver

​ la cacha del revolver

​ ¡quién!

​ ¡quién!

​ ¿quién vive?

En la tiniebla

las manos temblorosas

la boca amarga

​ fuera, los centinelas

​ la noche la ciudad

y el uuuiiuuuiiuuuiii doloroso de un tren lejano

… allá cuando nosotros, junto al fuego del campamento

con la silla de montar por almohada

el hedor a fatiga, el aguardiente

en las entrañas

congelado

​ en Culiacán y Monterrey

​ en Zacatecas y Torreón

​ caballo bayo cuaco alazán

amigo tú amigo yo

huíamos por el desierto y las bestias

se roían las crines y relinchaban sed.

Pero aquel era otro tiempo

​ y ahora tú te pudres

mientras que yo

​ ¡yo soy quien soy!

​ lo que tú no fuiste

​ ¡lo soy yo por ser quien soy!

​ ¡Yo!


Me arde el pecho


​ Y es tan larga la noche

​ Año de mil novecientos

​ el veinticuatro de junio

​ los cogieron los rurales

Tú y yo éramos niños

​ –Padrino, ¿qué les hacen?

En el atrio de la iglesia “por ladrones de ganado”

​ ¡cras! ¡cras! ¡cras! ¡cras!

mi padre, tu tío, Francisco, Nicolás y Pedro

​ que tenía catorce años.

​ Después

​ huimos

​ el monte

​ la primera sangre

​ los primeros caballos

​ con lomo de sangre.

​ Y cuando decías: la muerte, amigo,

​ la de verdad

​ la que uno elige

​ solo una vez

​ y no se repite

​ como el dinero

​ está mal repartida ¿no?

​ quién tiene más quién tiene menos

​ y aquí mi amigo y un servidor

​ tenemos para dar y prestar

​ y Madero tenía muy poca

​ Huerta algo más Zapata mucha

​ Doroteo Arango tenía casi nada

​ y cuando decías: mi general,

​ hay que ser dadivosos,

​ cómo llorabas de risa

​ y a Fierro:

​ qué hombre eh, qué hombre

​ y bebías de su botella sudorosa.


El pecho me quema


​ Es tan tarde


​ Y la noche no acaba


​ Si pudiera dormir


Si pudiera dormir sin que tú

​ hijo de puta

​ amigo mío

si pudiera dormir

libre de ti el pensamiento

​ ¡acabaras de morirte!

el más hombre

capitán

de los corridos

de la risa desencajada

en el incendio en el combate

​ Ah. Sí

​ Tú, el héroe


Para ti la plata

para ti confidencias

a ti el silencio deferente

en el Estado Mayor

​ En Aguascalientes

​ y en Querétaro

​ cómo brillabas

​ cuero kaki pomada

​ con Pancho Álvaro

​ Leobardo Roque

​ Antonio y Eulalio

​ Siempre tú

… y yo, en el rincón

fuera del grupo

con tu sombrero en las rodillas

y con tu alcohólica insolencia

a cuestas por las escaleras

desmañanadas del hotel

​ Y bien

​ ¿ahora?

¿Ahora dónde estás?

​ ¡Responde!

¿Dónde estás

​ dónde están

​ los grandes

​ los redentores

​ los mortíferos

​ los intocables?

​ ¿En qué acabaron?

​ Aquellos generales

​ tan gloriosos

​ ¿qué se hicieron?

Con toda su potencia

¿por qué murieron

​ mientras que yo

​ sombra de mi amigo

​ el guerrillero

​ de burdel

​ el que hizo la Revolución

​ en las cantinas

tengo en sus huesos

pedestal y discurso?

​ ¿Quién fue el más fuerte?


Pero no se trata de ti

con todo y todo

lo de nosotros

fue otra cosa

​ te lo repito

​ te lo he dicho mil veces

y te lo dije a ti, cara a cara

​ que tu ambición

​ que lo pensaras

​ que por qué habías cambiado

​ que sobre los afectos

​ está siempre la causa

Y luego la Constitución

todavía fresca

habíamos jurado

​ tú cambiaste partido

​ y a mí una noche

​ me insistieron

usted es el único que puede acercársele

usted es el único que puede salvar

​ a la patria

si usted no se mueve quedará traicionada

​ por siempre la causa

​ del pueblo

y habrá sido inútil la lucha la muerte

​ y el sacrificio

​ de tantos hermanos


Por eso lo hice ¿comprendes?

y porque yo no era yo en aquel instante

sino la mano armada de la nación

​ ¡cras! ¡cras! ¡cras! ¡cras!

te hice justicia cuando vuelto de espaldas

​ encendiendo el cigarro

​ reías

​ indefenso


Ves pues

que ni tú mismo

podrías llamarme

​ traidor

No te maté por interés

​ por envidia

ni por granjearme la voluntad

del Caudillo.

​ Y si después seguí adelante

​ con el llanto en el alma

​ si fui a las Cámaras

​ a la gubernatura

​ a la Secretaría

​ y llegué luego aquí

​ fue porque alguien

​ tenía que hacerlo

Este pueblo no sabe

México está ciego sordo y tiene hambre

la gente es ignorante pobre y estúpida

necesita obispos diputados toreros

y cantantes que le digan:

canta vota reza grita,

necesita

un hombre fuerte

un presidente enérgico

que le lleve la rienda

le ponga el maíz en la boca

la letra en el ojo.

Yo soy ese

​ Solitario

​ Odiado

​ Temido

Pero amado

Yo hago brotar las cosechas

​ caer la lluvia

​ callar el trueno

​ sano a los enfermos

​ y engendro toros bravos

Yo soy el Excelentísimo Señor Presidente

de la República General y Licenciado don Fulano de Tal.

Y cuando la tierra trepida

y la muchedumbre muge

agolpada en el Zócalo

y grito ¡Viva México!

por gritar ¡Viva yo!

y pongo la mano

sobre mis testículos

siento que un torrente beodo

​ de vida

inunda montañas y selvas y bocas

rugen los cañones

en el horizonte

y hasta la misma muerte

sube al cielo y estalla

como un sol de cañas

sobre el vientre pasivo

y rencoroso

​ de la patria.

​ Basta ya, déjame que raya el alba

Por una calle profunda baja un tranvía

exasperante como el insomnio

​ ¿Aquellos disparos?

​ cras cras

​ ¿Quién no muere?

Vuelve el sueño…

​ No No No

​ Hermano

​ dame a comer de eso rojo…


[A quien corresponda]

Tomado de Poesía en movimiento (Octavio Paz et al. coords.), Siglo XXI, CDMX, 2008 [1966], pp. 201-208. Agustín Millares Carlo traduce así el epígrafe que pertenece a La conjuración de Catilina (UNAM, CDMX, 1991): “… era hombre de gran vigor intelectual y físico, pero de malvada y perversa inclinación. Desde mancebo agradáronle las guerras intestinas, matanzas, pillajes y disensiones civiles, y en tales menesteres empleó su mocedad. Su constitución era capaz de resistir en grado increíble el hambre, el frío y los desvelos, y estaba dotado de un espíritu audaz, astuto, tornadizo, susceptible de fingir y de disimular cualquier sentimiento, codicioso del bien ajeno, pródigo del propio y fogoso en sus pasiones; poseía Catilina una cierta elocuencia, pero escasa sensatez. Su corazón insaciable meditaba siempre proyectos desmesurados, increíbles y en demasía elevados”.

Imagen de portada: El presidente Mao es el sol más rojo de nuestros corazones, ca. 1966. ©University of Michigan Library