Mural

Propiedad / dossier / Enero de 2018

Mahmud Darwish

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Es mío este mar, es mío este aire húmedo, esta acera y mis pasos y semen sobre ella… son míos. Y la vieja estación de autobuses es mía. Y mía es mi silueta y su dueño. La vasija de cobre, y la Aleya del Trono, y la llave, la puerta, los guardianes y los timbres son míos. La herradura del caballo que voló de los muros… y es mío aquello que fue mío. Las hojas arrancadas de La Biblia… mías, los restos de lágrimas saladas en la pared de casa… míos. Y mi nombre, incluso si fallo al pronunciarlo con sus seis letras dispuestas en la línea: “eme”: mano de aventurero, moribundo marchando hacia la muerte “a”: amigo de la vida, amante, amado, adiós “hache”: hermano, humano, huerto y huérfano de hambre “eme”: un manojo de rosas “u”: uno, único, unidad “de”: destierro, dirección, directriz que me dirige y me desangra, este nombre es el mío… y es de mis amigos allá donde se encuentren, y es mío, en presencia o ausencia, mi cuerpo prefijado… Me bastarían tan sólo dos metros de esta tierra (uno setenta y cinco para mí… y el resto para la flor de colores confusos que, despacio, me sorbe). Y es mío aquello que fue mío: mi ayer y lo que será mío, mi mañana lejano, la vuelta de mi espíritu errante. Como si nada hubiera sido. Como si nada hubiera sido, una pequeña herida en brazos del frívolo presente… mientras se ríe la Historia de sus víctimas y sus héroes… a quienes mira de reojo, y se va… Este mar, mío, Este aire húmedo, mío y mi nombre —incluso si fallo al pronunciarlo sobre el ataúd— es mío. Mas ahora, tras haberme llenado de todos los motivos de la marcha, no soy mío. Yo no soy mío, no soy mío.


Tomado de Mural, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, Madrid, 2003, pp. 199-207. Traducción de Rosa Isabel Martínez Lillo.
Imagen de portada: François Olislaeger, sin título, 2009.