Africamericanos

Un viaje a través de la imagen de la herencia africana en América Latina

Racismo / crítica / Septiembre de 2020

Claudi Carreras

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Africamericanos es un proyecto multiplataforma de investigación, exhibición, difusión y producción visual que pretende apoyar e incidir en la construcción de los imaginarios asociados a las comunidades afrodescendientes en América Latina y el Caribe. Asimsimo muestra cómo su pulsión atraviesa el continente de Norte a Sur, y se enfoca en narrativas específicas y sus protagonistas. Históricamente ha habido procesos de invisibilización, blanqueamiento, ocultación y deconstrucción de la imagen de los afrodescendientes en casi todos los países latinoamericanos, por lo que resulta fundamental desvelar y reconstruir el mapa visual de la diáspora africana en esta región y reflexionar sobre los estereotipos que pesan sobre esta cultura. Africamericanos ofrece un recorrido visual que reúne imágenes históricas procedentes de importantes archivos fotográficos y producciones contemporáneas de reconocidos artistas residentes en Latinoamérica, además de una selección de proyectos pensados y comisionados ex profeso. No hemos pretendido acotar ni limitar aproximación alguna, por el contrario, nos proponemos reflexionar y cuestionar aquellas verdades que se han asumido sobre la afrodescendencia hasta hoy. Con ello buscamos contribuir en los procesos de reconocimiento y visibilidad de las distintas comunidades que construyen nuestra sociedad. El trayecto inicia con un recorrido fotográfico precedido por la obra de Pierre Verger y ubicado geográficamente en el norte del continente, con el trabajo de la mexicana Mara Sánchez Renero. En su serie El cimarrón y su fandango, la fotógrafa aborda en producidas escenificaciones los vínculos de la comunidad con su territorio y las tradiciones más arraigadas de la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca.1 En un proyecto de tono mucho más documental en esta misma región, Maya Goded presenta Tierra negra, un compendio de imágenes que formaron parte de su primera publicación homónima en 1994. Se trata de una aproximación visual a la figura de la mujer en la sociedad negra mexicana que muestra sus creencias, mitos y costumbres, centrada en el ámbito de la sanación. Casi simultáneamente a Goded, Manuel González de la Parra comenzó en 1993 una investigación documental en Coyolillo, enclave del Atlántico mexicano con una importante población afrodescendiente. Unos años después, en 1999, De la Parra se desplazó a Tumaco, Colombia, y tras varias idas y vueltas entre los dos sitios publicó el libro Luces de raíz negra (2004) un documento etnográfico que reúne correspondencias visuales entre estas dos comunidades. Precisamente en Coyolillo es donde se desarrolla el proyecto de la fotógrafa veracruzana Koral Carballo, El misterio disfrazado. En éste la autora aborda las distintas capas de información que hay que ir desvelando para recomponer el mapa visual de la diáspora mexicana de Veracruz. Casi en el extremo opuesto del país, en Coahuila, Luján Agusti, fotógrafa argentina, documenta en Jinetes de la frontera, proyecto comisionado para la muestra, a una comunidad de origen mascogo que llegó huyendo de la esclavitud desde Estados Unidos. El gobierno mexicano de mediados del siglo XIX la admitió en el país a cambio de que creara un ejército de protección en la frontera norte para frenar el avance de las tropas estadounidenses. Otros dos proyectos comisionados sobre México nos regresan a la costa del Pacífico. El primero es obra de Yael Martínez, fotógrafo guerrerense que ha realizado trabajos documentales de largo recorrido. En la serie Su sangre en mi sangre, Martínez aborda temáticas de identidad y tradición en la zona caliente de Guerrero. En el segundo, Hugo Arellanes, originario de Oaxaca, plantea un inventario de objetos de diverso uso dentro de la cultura afromestiza de Cuajiniculapa, con una instalación titulada El polvito en tus zapatos. Para continuar el recorrido hacia Centroamérica y el Caribe, comenzamos con Desgaste, del artista cubano Yomer Montejo. Puestas en escena realizadas con radiografías, donde el color de la piel pasa totalmente inadvertido. En Noctambules, Josué Azor retrata la noche haitiana y la comunidad queer de su país en una aproximación que reivindica el derecho de cualquiera a manifestar su identidad libremente y que nos cuestiona sobre los paradigmas visuales que enaltecen el pobrismo en Haití. Desde Nicaragua, Claudia Gordillo y María José Álvarez presentan su publicación, Estampas del Caribe nicaragüense, un recopilatorio de imágenes producidas a finales de la década de 1990, que nos invitan a reflexionar más allá de los clichés sobre la esencia multiétnica de Centroamérica y especialmente del mar Caribe. En Archiving the familiar, el costarricense Marton Robinson presenta fragmentos de su archivo personal. Con obras generadas en distintos soportes y una instalación diseñada específicamente para la exposición, Robinson confronta e interroga al espectador en relación con los estereotipos que pesan aún sobre la comunidad negra en Costa Rica. En El blanqueamiento de la sangre (2014), el artista imprime un conjunto de serigrafías donde utiliza su misma sangre y semen para ir blanqueando su propio autorretrato hasta casi desaparecerlo. Como epílogo a los trabajos en esta región, se presenta a la fotógrafa panameña Sandra Eleta, quien ha retratado con gran sensibilidad los misterios de Portobelo a lo largo de su vida. Desplazándonos hacia Sudamérica, Nicola Lo Calzo indaga sobre los rastros de los cimarrones en Surinam y la Guayana Francesa. En Obia, el fotógrafo cuestiona la evolución de las tradiciones de origen africano en un imparable proceso de hibridación y transformación, motivado por la globalización. La gran pregunta aquí es ¿cómo preservar la riqueza y legado transmitidos por distintas generaciones de afrodescendientes sin renunciar a los beneficios que ofrece la modernidad? Nelson Garrido muestra en la serie Diablos de Turiamo una aproximación antropológica a las festividades afrovenezolanas, donde la máscara y el ritmo cobran un papel protagónico. En tanto que Christian Belpaire aborda en su libro Negro, soy negro la negritud en Venezuela desde una perspectiva documental más sistemática. Ya en territorio colombiano, Carolina Navas retrata a jóvenes residentes de Tumaco, una región azotada por la violencia ejercida por el narcotráfico y por los conflictos vinculados a la reorganización territorial tras el proceso de paz en el país. Por su parte, Pablo Chaco retrata a José María, un hombre ciego de nacimiento, con quien explora universos ficticios por medio de la ceguera. Juntos emprenden un viaje a través de la oscuridad más profunda. La artista colombiana Liliana Angulo visibiliza una de las tradiciones y prácticas más arraigadas entre las comunidades afrodescendientes de su país: el peinado, el cuidado del cabello y sus posibles significados. En el proyecto colectivo Quieto pelo, Angulo documenta el trabajo de distintas peinadoras en las ciudades de Quibdó, Buenaventura y San Andrés. Por último, el antropólogo y creador visual Jorge Panchoaga representa en su serie Kalabongó (Luciérnaga) una crónica imagética de la historia oral de la comunidad colombiana de San Basilio de Palenque, el primer pueblo libre de las Américas. Desde Ecuador, Karina Aguilera Skvirsky e Isadora Romero nos adentran en distintos aspectos de las comunidades del Valle del Chota y Esmeraldas, dos provincias con la mayor población negra del país. En el proyecto multimedia El peligroso camino de María Rosa Palacios, Aguilera Skvirsky recrea el mismo recorrido que su bisabuela —María Rosa, entonces una niña de 15 años que atravesó todo el país con la intención de conseguir empleo y mejorar sus condiciones de vida—como una búsqueda de sus ancestros. En su segundo proyecto, Los obreros del Ferrocarril, la artista representa a través de una superposición de imágenes actuales e históricas a los trabajadores que construyeron las grandes infraestructuras ferroviarias del país andino a principios del siglo XX. Entretanto Isadora Romero, en Polvo de estrellas, refleja los principales anhelos de las comunidades negras del valle: llegar a ser músicos, bailarines o futbolistas como única posibilidad de prosperar y abandonar su lugar de origen. En territorio peruano, Leslie Searles realizó como proyecto comisionado la serie Yapatera: la soledad del barro, la caña y el algarrobo, donde documenta los paisajes agrestes de esta región del país, la cual fue nombrada primer Sitio de Memoria de la Esclavitud por la UNESCO. La música se deja sentir en los retratos de Lorry Salcedo, artista peruano residente en Nueva York, que fotografió a los miembros de la familia Ballumbrosio de Perú en las décadas de 1980 y principios de 1990. Una importante saga de músicos y bailarines que han mantenido viva la llama de la tradición afroperuana. Nos acercamos ahora a Brasil desde un amplio panorama espacio-temporal de esta nación continental. En Paraíso tropical, Rosana Paulino explora la exuberancia del llamado “país tropical” e indaga sobre las formas de explotación a las que ha sido sometida la población negra. Paulino utiliza imágenes impresas en tejidos que ella misma cose mediante técnicas aprendidas de sus antepasados, con un gesto que vincula a las distintas generaciones de su comunidad. En tanto que el artista originario de Minas Gerais, Eustáquio Neves, dispone en sus imágenes múltiples capas de información que dificultan su lectura. Según el autor, la historia de la afrodescendencia es una crónica llena de lagunas y borrones donde la superposición de narrativas confusas imposibilita una lectura lineal de la realidad. Desde hace algunos años Luisa Dörr ha acompañado a Maysa, una niña afrodescendiente de la periferia de São Paulo que sueña con ser modelo y desfilar en las pasarelas del país. En unos retratos muy íntimos, Dörr documenta la búsqueda de Maysa por conseguir un espacio con luz propia en la sociedad brasileña. Un sueño que posibilite una vida mejor. Con la serie Pele Preta, Maureen Bisilliat abandonó la pintura y fotografió por primera vez desnudos de modelos afrodescendientes. Un proyecto de elevada carga onírica sobre la belleza y sensualidad de la piel negra que tuvo una gran repercusión en la década de 1960 entre la sociedad brasileña. Diez años antes surge una de las publicaciones de referencia sobre el universo afrobrasileño y las religiones de origen africano: Candomblé, de José Medeiros. Es el primer monográfico en abordar esta práctica religiosa y en representar de forma masiva los rituales que hasta la fecha se consideran oscuros y secretos en Brasil. Jonathas de Andrade explora en Eu, mestiço los estereotipos de los brasileños que se reflejan en el estudio antropológico “Race and Class in Rural Brazil”, realizado en la década de 1950. El autor contrasta imágenes de su producción visual con una instalación que evidencia los conceptos más reiterativos en torno al racismo en Brasil. De estas mismas latitudes es el trabajo de la fotógrafa carioca Angélica Dass, 280 chibatadas. Un documento en el que la autora contrapone imágenes de su álbum familiar en el seno de un hogar afrodescendiente con una serie de tuits racistas que se publican continuamente en las redes sociales brasileñas con total impunidad. Desde Argentina, Nicolás Janowski reflexiona sobre los procesos de blanqueamiento instaurados en el país. Mediante censos y documentos de los últimos doscientos años, el fotógrafo evidencia las políticas de erradicación sobre la comunidad negra del país y su disminución paulatina en los censos nacionales. Este proyecto comisionado conjuga documentación histórica, testimonios de los próceres argentinos e imágenes contemporáneas. Finalmente, en Medianoche en la encrucijada, Bruno Morais y Cristina de Middel nos adentran en el universo de Esù a través de un viaje que explora las raíces más profundas de la espiritualidad africana, cruzando los océanos y llegando a cuatro orillas estratégicas: Benín, Cuba, Brasil y Haití.

Cristina de Middel y Bruno Morais, de la serie Medianoche en la encrucijada, Benín, 2016. Cortesía del Centro de la Imagen

Todos estos proyectos componen el cuerpo visual de Africamericanos. Un complejo entramado de miradas e imaginarios que abordan el universo de la diáspora africana en el continente americano.

Una primera muestra de 400 imágenes se exhibió en el Centro de la Imagen de la Ciudad de México del 16 de agosto al 11 de noviembre de 2018 y en el Museo Amparo, en Puebla, del 30 de agosto de 2019 al 13 de enero de 2020.

Imagen de portada: Mara Sánchez Renero, de la serie El cimarrón y su fandango, México, 2014-2015. Cortesía del Centro de la Imagen

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