Ante la tormenta, navegar por la vida

EZLN / dossier / Diciembre de 2023

Inés Durán Matute

Pero, así como en cada rincón del planeta, en cada corazón que late, hay una desgracia presente y una por llegar, hay también una resistencia, una rebeldía, una lucha por la vida.


Escuadrón 4211


Iniciaba el año 2020 y el mundo ya ardía. En Australia, el fuego se esparció en veinticuatro millones de hectáreas, quemando sus ecosistemas; las inundaciones en India, Nepal y Bangladesh desplazaron a cerca de cuatro millones de personas, y la sequía en África Oriental marchitó los cultivos, sumando a veinte millones a la inseguridad alimentaria. A la par, líderes autoritarios continuaron ocupando puestos de gobierno y las extremas derechas siguieron invadiendo las mentes con más odio. Quienes huían de estas condiciones climáticas y políticas corrían una suerte atroz, tragados por el Mediterráneo o sometidos por el Estado mexicano. Los estallidos y movilizaciones en Ecuador, Chile y Hong Kong, que daban esperanza a la búsqueda de un mundo más justo, eran violentamente reprimidos. Las niñeces en Europa preocupadas por el futuro del planeta se enfrentaban a la renuencia de las generaciones mayores de cambiar el sistema, y las luchas de las mujeres en América Latina, que se fortalecían gritando “el violador eres tú”, tampoco vivían ese anhelado cambio. En este contexto de creciente desesperanza, la pandemia de Covid-19 se propagó, matando a millones y fomentando aislamiento y miedo en el resto. El EZLN, ante esta tormenta, decidió emprender una Travesía por la Vida, pues percibía que los dolores no se restringían a ciertas localidades, sino que se expandían y se profundizaban como una advertencia de que lo peor está por venir. Navegarían y caminarían “para decirle al planeta que, en el mundo que sentimos en nuestro corazón colectivo, hay lugar para todas, todos, todoas. Simple y sencillamente porque ese mundo solo es posible si todas, todos, todoas luchamos por levantarlo”.2 Su primera parada fue Europa en mayo de 2021, con el fin de encontrarse con otras resistencias y rebeldías. Si la muerte y la destrucción no reconocen fronteras, es necesario escuchar, aprender y tender puentes con las distintas resistencias que se empeñan, en su modo, tiempo y geografía, en defender la vida.

El viaje marítimo del Escuadrón 421

Para materializar este plan delirante en siete meses, primero había que sortear una larga lista de obstáculos, entre ellos, conseguir un barco para atravesar el Atlántico. Lxs zapatistas consiguieron un navío viejo y remendado, el Stahlratte (rata de acero), con Ludwig como capitán y Edwin, Gabriela, Ete y Carl como tripulación, quienes no dudaron en sumarse a la lucha por la vida.3 Por su parte, la delegación marítima zapatista, el Escuadrón 421, estaría compuesta de cuatro mujeres, dos hombres y unoa otroa de los pueblos tsotsil, tseltal, chol y tojolabal, con distintas trayectorias en el zapatismo, que habían podido conseguir un pasaporte. Lupita, Carolina, Ximena, Yuli, Bernal, Felipe y Marijose fueron nombradxs por los pueblos zapatistas para llevar lejos su pensamiento. Se prepararon seis meses, aun conociendo de antemano las dificultades, los riesgos y peligros, e imaginado otros que les esperaban en el mar. La embarcación, rebautizada como La Montaña, encarnaba un sueño extraordinario, como el de “una montaña que se niega a la prisión de sus pies en tierra”,4 que iza velas por la vida. Zarpó llena de esperanza el 2 de mayo de Isla Mujeres. Después de cincuenta días en altamar, llegó el 20 de junio a Vigo, Galicia, mostrando que otro mundo es posible.5 Marijose, como crítica del zapatismo a la heteronormatividad, fue loa primeroa en desembarcar y rebautizar Europa como “Slumil K’ajxemk’op, que quiere decir ‘tierra insumisa’ o ‘tierra que no se resigna, que no desmaya’”,6 en tsotsil. En una cálida bienvenida, quienes les recibieron fueron presentándose con base en sus luchas: transfeministas, anticapitalistas, antifascistas, contra proyectos energéticos; en defensa de los bosques, los derechos de las diversidades, lxs desaparecidxs, las niñeces; por un mundo sin fronteras, por la solidaridad y la dignidad. Todas ellas, espejos en un mundo insumiso.

El primer recorrido

El Escuadrón 421 permaneció unos días en el Estado español, realizando diversas actividades públicas, visitando diferentes puntos culturales y escuchando las resistencias, por ejemplo, de las trabajadoras del hogar, la anarcosindicalista y la de los espacios ocupados y autogestionados. Después, el escuadrón visitó Francia, donde se reunió con feministas, familiares de víctimas de violencia de Estado y migrantes “sin papeles”. También participaron en el encuentro “¡Muchas luchas por vivir, un mismo corazón para luchar!” con el propósito de crear un espacio de escucha entre mujeres, personas trans, inter y no binarias de la otra Europa, así como en el Encuentro Intergaláctico que incluyó a hombres cis. Ambos se llevaron a cabo en la Zona a Defender de Notre-Dame-des-Landes, un territorio defendido y liberado de la construcción de un aeropuerto y que mantiene un espacio autónomo con base en proyectos autogestivos (por ejemplo, cultivos, una biblioteca, producciones artesanales, arte y medios de comunicación). Para el 13 de agosto, el escuadrón había vuelto al Estado español para conmemorar quinientos años de resistencia de los pueblos originarios. Ante el discurso apologético de López Obrador que busca ocultar las violencias y los saqueos que persisten con sus megaproyectos insignia, un barco alegórico, junto con mil personas, recorrió Madrid, llenando las calles de color, música y baile. Una gran pancarta lo acompañaba, enunciando “no nos conquistaron”, pues esta travesía era una apuesta por construir otras relaciones fuera del colonialismo y no seguir alimentando nacionalismos ni actos hipócritas. Por ello, lxs zapatistas se empeñaron en conocer las historias de resistencia que brotan en aquella geografía como gritos por la vida. El escuadrón continuó su recorrido en Suiza, donde visitó cooperativas agroecológicas, le hizo un juicio antipatriarcal al capitalismo, escuchó a migrantes, compartió en el Campamento por la Vida, se manifestó frente a la ciudad financiera de Basilea y se despidió agradeciendo todas las luchas que se tejen en una misma.

La delegación aerotransportada “La Extemporánea”

Mientras esto ocurría, la delegación que viajaría en avión se enfrentaba al Estado mexicano porque, además del pasaporte zapatista, requerían uno nacional para viajar. ¿Quién habría pensado que navegar la burocracia del país sería más complicado que cruzar el Atlántico? Las estructuras de un Estado racista y colonial les negaban su origen; a 62 de lxs 177 delegadxs la Secretaría de Relaciones Exteriores les exigía más y más papeles para comprobar su “mexicanidad”. Les catalogó como “extemporáneos”, es decir, “inoportunos, inconvenientes e impropios”, exhibiendo “que así es como [El Estado] considera a los pueblos”.7 Personas solidarias en México y el mundo se dieron entonces a la tarea de denunciar este abuso, y les brindaron apoyo y vigilancia para conseguir los pasaportes. Después de meses de sortear el racismo estructural, de esperar sus vacunas y que la “tercera ola” de covid se apaciguara, de buscar un país que les permitiera la entrada y otros tantos problemas, la delegación estaba lista para partir. Bautizada como “La Extemporánea”, se organizó en veintiocho equipos de “Escucha y Palabra” (con cuatro o cinco compas cada uno), el equipo femenil de futbol Ixchel-Ramona, el Comando Palomitas (integrado por seis niñxs) y un grupo coordinador. Además, les acompañó una delegación de diez miembrxs del Congreso Nacional Indígena-Concejo Indígena de Gobierno y tres del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua-Morelos, Puebla y Tlaxcala, quienes denunciarían los megaproyectos en curso y la violencia que acarrean hacia los pueblos y la naturaleza; de esta forma, su lucha llegaría más lejos. La salida desde el caracol Jacinto Canek, en San Cristóbal de las Casas, se programó para el 10 de septiembre. Al mismo tiempo, el Escuadrón 421 regresaba lleno de experiencias, intercambios y sueños por compartir.

El segundo recorrido

El 14 de septiembre La Extemporánea fue recibida en Viena con gran emoción, alegría y esperanza por decenas de colectivos de distintas geografías, que llevaban meses construyendo la posibilidad de esta confluencia. Inmediatamente comenzaron las actividades. Un contingente participó en una protesta para exigir justicia para Shukri y Fadumo, dos mujeres somalíes asesinadas en Viena; otro se reunió con ecologistas que se resisten a la construcción de un megaproyecto carretero en Lobau, pues afectaría el Parque Nacional Danubio-Auen; y otro se unió a la concentración frente a la embajada de México para condenar los recientes ataques paramilitares contra las comunidades zapatistas. Posteriormente, el recorrido se organizó en tres fases: del 22 de septiembre al 10 de octubre: Austria, Eslovenia, Alemania, Dinamarca, Finlandia, Suecia y Noruega; del 11 de octubre al 7 noviembre: Francia, Italia, Suiza, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Reino Unido e Irlanda; del 8 de noviembre al 5 de diciembre: España y Portugal. En cada uno de los lugares, lxs zapatistas compartían su historia, contada en cuatro momentos: la vida en las fincas, la clandestinidad del EZLN, el levantamiento armado y la construcción de autonomía. Reflexionaban sobre su camino, sus errores y dificultades, pero también escuchaban y preguntaban sobre los sitios en los que estaban y sus luchas, intercambiaban rabias y dolores, experiencias, conocimientos y resistencias (y, claro, siempre hacían tiempo para el convivio y la fiesta, incluso para un partido de futbol). A lo largo del recorrido se encontraron con todo tipo de luchas, colectivos, organizaciones y personas con diferentes tradiciones políticas y formas de organizarse. Abordaron problemas que van desde las minas hasta la gentrificación y discutieron respuestas que exploran desde los feminismos hasta la agroecología. Tan diversas son las resistencias como las tonalidades que dan vida al mundo. Cada encuentro fue único, por lo que escribir una crónica de esta travesía es una tarea compleja, larga y clandestina —imaginen decenas de libretas esparcidas entre Chiapas y Europa (y, seguro, en algún otro lugar), con notas sobre lo escuchado en eventos formales e informales, con reflexiones propias y colectivas—. Si bien hay quienes han comenzado a compartir lo sentido, vivido y aprendido en libros, artículos8 o fanzines9, a continuación, relato algunos detalles.10

Los encuentros y desencuentros

La organización de tan maravilloso encuentro a veces conllevó, como lo comparten colectivxs e individualidades que acompañaron la Travesía por la Vida en Finlandia: Sápmi, Suomi, momentos de tensión, fuertes desacuerdos, retos de articulación y un sentimiento de extrañeza: “Fluyeron emociones, contradicciones, dudas, miedos, pero también sueños, deseos y acciones”. Tales conflictos, sin embargo, contribuyeron a tejer la organización desde abajo, aprendiendo a trabajar con sus similitudes y diferencias. Además, como señala Lola, de Xarxa Solidària Gira per la Vida del País Valencià, que el encuentro sucediera fuera del territorio zapatista y con las bases de apoyo presentes, les permitió llegar más allá de la conocida “Europa zapatista”. Esto ayudó, explica, a romper con posiciones de privilegio y miradas coloniales; eran los pueblos los que iban a observarles, escucharles, ver cómo viven y conocer sus formas de rebelarse. Los colectivos siempre buscaron hacer sentir bienvenidxs a lxs zapatistas, ajustar sus formas e incluso cocinarles un caldo de pollo. Sin embargo, una de las principales dificultades fue la cantidad de lenguas que confluyeron. ¿Cómo conversar cuando no se comparte la palabra, cuando existen diferencias culturales y políticas? Una de las habilidades del zapatismo ha sido su forma de comunicar, de tocar corazones por todo el mundo. En este sentido, como lo expresó la compañera kurda Helin, hubo “un lenguaje común, no tuvimos ninguna dificultad para entendernos porque venimos de movimientos que están librando una lucha por la vida”. Además, siempre había voluntarixs para interpretar, tanto entre lxs zapatistas (del chol, el tsotsil, el tseltal y el tojolabal al castilla) como de solidarixs (del castilla a la lengua del lugar visitado). Aunque las conversaciones se tornaban largas, la posibilidad que creaban de imaginar otro mundo las hacía llevaderas.

Dos encuentros especiales

Si bien se dieron decenas de encuentros, evoco dos para transmitir la sinergia que provocaron. Uno fue con el movimiento kurdo, una lucha hermana, con la que el zapatismo comparte años de reciprocidad en palabras y acciones. Su gran diáspora les dio la bienvenida y en Alemania se reunieron “para intercambiar ideas sobre las formas de luchar contra el capitalismo y el patriarcado”.11 Jose, de la red Gira Zapatista en Bonn, mencionó que a la vez compartieron sus “formas de organización, por ejemplo, si sus puestos de autoridad también tienen equidad de género”. Le pareció que se reconocieron mutuamente al escuchar sus experiencias de represión, sobre todo en sus orígenes, es decir, notaron que tenían una misma historia de sufrimiento. Además, como identificó Helin, la visita fue un recordatorio de que “solo podemos ganar la lucha juntxs y que necesitamos cruzar fronteras y solidarizarnos con todxs nuestrxs hermanxs y camaradas del mundo entero”. En Irlanda se vivió otro momento especial, como relató Laurence, de Zaps go hÉirinn network, cuando el proyecto SAOL (vida en irlandés), que en los años noventa apoyaba mujeres dependientes de las drogas y en proceso de recuperación, se reunió con la delegación gracias a la cineasta Muireann de Barra. Ella realizó el documental Muralistas en Chiapas y Dublín “cuando en 1998 el ejército mexicano destruyó un mural en la comunidad autónoma de Taniperla, que celebraba la vida del pueblo y la lucha zapatista, y fue recreado en todo el mundo como una acción de solidaridad, incluso por las mujeres de SAOL”. Su encuentro, después de tantos años, “fue una experiencia muy intensa, aun con todas las diferencias de contexto (las dos comunidades tienen historias muy diferentes de respuesta a las drogas) y de idioma (los acentos de los barrios pobres de Dublín pueden ser trabajo duro para los intérpretes). Tanto las zapatistas como las dublinesas pudieron reconocerse mutuamente en sus experiencias de pobreza y trauma, pero también de lucha, autoorganización y transformación”.

Lo que se queda

El movimiento zapatista, por décadas, ha sido una inspiración para nuevas olas de resistencia en el mundo. La travesía les permitió mirarse unxs a otrxs como sujetos impactados y en lucha en un mundo en agonía; les dio fuerza, ganas de seguir articulándose. Para Jose, fue una “oportunidad organizativa donde pudimos ver qué es posible, qué no lo es (al menos todavía); encontramos gente y grupos que no conocíamos o que ya conocemos mejor y también estamos tratando de ver cómo organizarnos acá”. Fue una manera de acercarse, de intercambiar lecturas sobre la realidad y debatir propuestas y acciones. Los conflictos y problemas no desaparecieron, por ejemplo, la iniciativa desnudó la falta de autonomía y tiempo en Europa, y lo sujetos que están al trabajo asalariado y al Estado. Aun así, se vio la apertura de ambos lados a la crítica y el aprendizaje colectivo. En Slumil K’ajxemk’op quedaron admiradxs por la organización y coordinación zapatista, por la formación política de sus jóvenes y la fuerza y el empeño de sus mujeres. Ahora continúan tratando de “practicar la palabra y la escucha como eje cotidiano para la construcción comunitaria y las intersecciones entre formas de hacer política”, como lo expresaron desde Finlandia. En distintos lugares, por ejemplo, se crearon redes como Xarxa Solidària del País Valencià y Netz der Rebellion en Alemania, que siguen uniendo fuerzas para acompañar el sueño zapatista, al tiempo que repiensan sus modos de resistencia. Lola relata que, ante la llegada de megaproyectos de transición energética en España, “la plataforma que se creó habla de su resistencia, recordando que estos megaproyectos son contra los que llevan luchando los pueblos originarios en América Latina desde hace siglos”. Lo que quedó difiere en cada territorio y cada lucha, pero sin duda ha servido para inspirar y arrojar nuevas luces por la vida.

¿Qué sigue?

Esta travesía proponía cambiar el “destino de nuestra mirada”, elegir qué y cómo mirar, ver lo que sigue y lo que falta para levantar el mundo que yace como escombros y horrores. Si el sistema capitalista es el responsable de los dolores de la tierra, luchar por la vida se ha vuelto un lenguaje compartido para destruirlo. Esta iniciativa no implicaba la búsqueda de homogeneidad, sino “la escucha y mirada de lo otro que, distinto y diferente, tiene la misma vocación de libertad y justicia”.12 El zapatismo no emergía como respuesta, sino que esperaba interpelar a otras personas sobre la necesidad de organizarse. Querían confrontar análisis y reflexionar colectivamente sobre lo que se tiene que construir y cómo hacerlo. También deseaban agradecer sus enseñanzas y su existencia, decirles que no están solxs, que vale la pena lo que hacen y sienten, y formar complicidades para construir otro mundo “no perfecto, pero sí mejor”.13 Este esfuerzo, por lo pronto, está detenido (¿o no?). No ha habido nuevas delegaciones que visiten otras latitudes, probablemente porque las comunidades zapatistas están asediadas por una guerra que se ha vuelto más aguda y que mantiene el culto a la muerte. O quizá sea que las comunidades zapatistas están preparando una nueva y delirante sorpresa. A la fecha no se conoce lo que se compartió ni el balance de lo vivido por la delegación zapatista. En Slumil K’ajxemk’op aún esperan conocer sus miradas, anhelando, como manifiesta Laurence, “que la delegación haya podido llevar de vuelta un sentimiento de esperanza y fomentar la comprensión y las estrategias en las que están trabajando sobre cómo hacer un mundo mejor. Para nosotros, la experiencia fue enormemente inspiradora y nos hizo sentirnos más convencidos de lo que es posible y necesario para todos”. La Travesía por la Vida ha empujado a personas y colectividades en Europa —y más allá— a decidir su camino, a tejerse en una lucha global, porque o se está “con el dinero o con la vida”.14 Seguimos pendientes de su navegar ante esta tormenta que día a día se intensifica.15

Imagen de portada: Fotograma de La montaña, de Diego Enrique Osorno, 2023

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  5. Lo sucedido en altamar se puede conocer en el documental La Montaña, de Diego Enrique Osorno y María Secco, quienes también fueron parte de la tripulación. 

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  7. Más sobre el apelativo “extemporáneo” aquí 

  8. Algunos artículos aquí 

  9. Ver este ejemplo de fanzine alemán 

  10. Las siguientes secciones fueron construidas gracias a lo que me compartieron desde Finlandia, Irlanda, Alemania, España y Kurdistán (en diáspora) para redactar este artículo. Cualquier error o mala interpretación es mi responsabilidad. 

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  15. Agradezco profundamente a todas las personas y colectividades de Slumil K’ajxemk’op que me compartieron sus sentires y experiencias pues son la riqueza de este texto.