Project Iceworm, Anastasia Mityukova

Riesgo latente de desastre nuclear

Contracultura / crítica / Marzo de 2021

Georgina Sánchez Celaya

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Recuerdo un capítulo de la famosa serie de los noventa Los expedientes secretos X donde un grupo de científicxs que trabajaba en un laboratorio aislado en el Ártico comienza a experimentar extraños cambios de conducta. Los agentes Mulder y Scully —encargados de investigar casos paranormales— descubren que los trastornos que llevan a lxs investigadorxs a asesinar violentamente a otrxs son provocados por antiguos organismos extraterrestres que han llegado a la superficie después de perforar varios kilómetros de capa glaciar. Sin duda, pensar en vida paranormal y laboratorios científicos que realizan experimentos secretos en medio de la nada pareciera ser un argumento propio de la ciencia ficción; no obstante, en repetidas ocasiones la realidad ha demostrado ser capaz de superar a la imaginación. Una prueba de ello es la instalación fotográfica Project Iceworm de la artista Anastasia Mityukova, la cual tuve oportunidad de ver en el 2019 en el centro cultural Le Centquatre de París, en el marco del festival de fotografía europea Circulation(s). Gracias al trabajo de Mityukova me enteré de la existencia de una base militar abandonada en Groenlandia donde se llevó a cabo una misión secreta de la armada estadounidense entre 1959 y 1967. Su nombre clave fue Project Iceworm y no se supo de ella sino hasta finales de los noventa, cuando el gobierno de Dinamarca —que tiene jurisdicción sobre la isla— hizo público un informe que revelaba los verdaderos objetivos del proyecto. Aproximadamente a 240 kilómetros de la base aérea de Thule, un importante bastión militar de EE. UU. en la isla, se encuentran las ruinas de Camp Century, el proyecto que sirvió para encubrir la misión secreta Project Iceworm. En la década de los sesenta, el campamento fue anunciado en medios de comunicación como un centro de investigación científica operado por militares estadounidenses que contaría con una ciudad subterránea equipada con todas las comodidades de la vida moderna. La base militar, operada por el Army Polar Research and Development Center, no sólo contaba con laboratorios para la investigación, también tenía un centro médico, una barbería, una biblioteca y hasta una capilla para ceremonias religiosas.

Anastasia Mityukova, _Project Iceworm_, proyecto en curso. Cortesía de la artista Anastasia Mityukova, Project Iceworm, proyecto en curso. Cortesía de la artista

Aunque el objetivo principal del proyecto no era descubrir los secretos del universo (como narra un documental de la época disponible en YouTube), sí fue un lugar donde se llevaron a cabo algunos experimentos científicos. Uno de ellos consistió en la perforación de la capa glacial ártica tal como en el capítulo aludido de Los expedientes secretos X. El experimento no arrojó remanentes de vida extraterrestre, pero sirvió para conocer un poco más del comportamiento climático en eras geológicas pasadas. A la par que se realizaban experimentos que significaban pequeñas victorias para la ciencia, el verdadero objetivo de la misión iba cobrando forma a través de maquinaria pesada y grandes hazañas de la ingeniería civil: la construcción de una base subterránea habilitada para el lanzamiento de misiles nucleares. Project Iceworm fue una misión secreta que mantuvo viva la llama de la Guerra Fría. En la instalación fotográfica de Mityukova podemos visualizar un conjunto de imágenes de un sitio remoto e inaccesible situado en la isla más grande del mundo, de cuya existencia supo una gran cantidad de gente gracias al popular juego de mesa Turista Mundial. Sin embargo, Groenlandia es más que la caricaturización de un lugar inhóspito; de hecho, la isla está habitada por indígenas inuit que representan un 80 por ciento del total de la población, con asentamientos principalmente en las costas. Además, se trata de un sitio rico en recursos naturales, como reservas de hielo y agua pura, uranio y tierras raras, y minerales altamente codiciados útiles para la elaboración de celulares y autos eléctricos. Por desgracia, a medida que avanza el derretimiento de los polos se abren rutas marítimas para la exploración, lo que en un futuro podría facilitar prácticas extractivistas en la región. Algo que destaca de la instalación fotográfica Project Iceworm es que deja al descubierto parte de la memoria histórica de la isla, y habla de su importancia en el escenario global y del arraigo al territorio de las comunidades indígenas que lo habitan. En términos formales, la propuesta artística de Mityukova consiste en la apropiación, intervención y ensamblaje de un archivo de materiales diversos en torno a Camp Century y la misión secreta, obtenido principalmente en internet. Este archivo se compone de documentos, videos, material sonoro, vistas aéreas del lugar, cianotipias y fotografías intervenidas con filtros amarillos y rojos que identifican y caracterizan el trabajo de la artista. Parte de este acervo ha sido obtenido de las redes sociales de los lugareños. Como todo archivo, el de Mityukova tiene objetivos propios muy concretos. Detrás del proceso de investigación que da lugar a la obra subyace la construcción de una narrativa alterna en torno a Project Iceworm para articular un relato cuyo argumento se centra en las fatales consecuencias que tuvo esta misión para el medio ambiente y la población de Groenlandia. En 1963 Camp Century fue abandonado porque el sustrato en el que se cimentó la construcción resultó inestable. Un estudio publicado en el 2016 en la revista Geophysical Research Letters reveló que dentro de los escombros del lugar se encuentran residuos físicos como edificios y vías de ferrocarril, desechos químicos como combustible diésel, y restos biológicos como aguas residuales dispuestas en vertederos sin revestimiento; pero la cereza que corona este cocktail de polución y lo que sin duda alguna representa la mayor amenaza para la vida es un reactor nuclear portátil y un cúmulo de desechos radiológicos almacenados sin la protección adecuada. En la actualidad, debido al cambio climático, la estructura de hielo que recubre la construcción subterránea de la antigua base militar se está derritiendo. El abandono de Camp Century y la negligencia del gobierno estadounidense, sumadas a las condiciones climáticas actuales, dejaron tras de sí un riesgo latente de desastre nuclear. Las probabilidades de una catástrofe a causa del calentamiento global son altas, puesto que, en un futuro no muy lejano, el derretimiento del hielo glaciar ártico pondrá al descubierto los residuos tóxicos abandonados y con ello la posibilidad de que se mezclen con el entorno y contaminen las aguas oceánicas. Esto es un claro ejemplo de lo que el investigador Rob Nixon ha categorizado como violencia lenta, un tipo de violencia contra el medio ambiente desapercibida, invisibilizada y lejana, cuyos efectos más catastróficos están proyectados en un horizonte por venir. Una de las estrategias visuales de la obra de Mityukova para la denuncia de la amenaza que habita en Camp Century consiste en una cuidadosa curaduría de las imágenes de archivo que se despliegan en el espacio expositivo. Esta selección abarca imágenes diversas que muestran distintos ángulos de la problemática ambiental: una toma cerrada que enmarca parte del reactor nuclear portátil que fue armado en el lugar, tomas abiertas donde se aprecian las huellas que ha dejado la maquinaria pesada en lo que solía ser un blanco e inmaculado paisaje ártico, series que registran el derretimiento de los glaciares, imágenes de la base militar abandonada y una colección de fotografías de un accidente aéreo ocurrido en 1968 en el que un avión que transportaba bombas de hidrógeno se estrelló cerca de la base aérea de Thule. Este conjunto de imágenes está acompañado por el registro sonoro de los cantos tradicionales de la población inuit, el grupo más afectado por los proyectos militares estadounidenses en la isla. La potencia del trabajo de la artista radica en que, aun en la actualidad, la base militar permanece inaccesible y no puede ser fotografiada más que traspasando el área restringida, con los riesgos que esto conlleva. Por otro lado, la agencia política de las imágenes mostradas en la instalación se multiplica en la constante reproducción y circulación de un archivo visual y sonoro que deja de lado las proezas militares y se enfoca en el desastre ecológico y social que causó la misión secreta del ejército estadounidense. Precisamente es en la construcción de esa otra narrativa en torno al proyecto Iceworm y a través del despliegue de un archivo apropiado y retrabajado, que se hace visible y accesible un mundo sepultado bajo el hielo que mantuvo en secreto sus verdaderas intenciones y que ocultó al mundo entero el riesgo de desastre ecológico que podría ocasionar.

Más información sobre Project Iceworm está disponible en https://anastasiamityukova.ch/project-iceworm

Imagen de portada: Anastasia Mityukova, Project Iceworm, proyecto en curso. Cortesía de la artista