Soneto del juguetimiento

Cultos / dossier / Diciembre de 2018

Julia Santibáñez

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Job, el sabio, pensó pero no dijo que lo que está de veras del carajo es ser aquel juguete cabizbajo del todopoderoso niño pijo,


que por deporte sopla vida a un hijo y por ídem lo transforma en andrajo: se divierte al voltearlo bocabajo y verlo así, de nervios amasijo.

Al favorito Job, siendo ya viejo, un día le arrancó lento el pellejo llevado del capricho, el muy canijo,

y él, aunque sí débil nunca pendejo, de rabia y miedo herido el entrecejo se mordió la blasfemia y nada dijo.

Imagen de portada: Alphonse Legros, Job, 2a lámina, 1837-1911. © National Gallery of Art, Washington DC