Editorial

Contracultura / editorial / Marzo de 2021

Guadalupe Nettel

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Desde el inicio de esta nueva época, la Revista de la Universidad de México expresó la intención de editar un número sobre Contracultura en colaboración con el Museo Universitario del Chopo. Sin embargo, no habíamos encontrado aún el momento adecuado para hacerlo. Hace exactamente un año que los trabajadores de la UNAM dejamos nuestras oficinas para entrar en confinamiento. Ha sido para nosotros y para nuestra sociedad en general un periodo de grandes convulsiones, duelo, rabia y sobre todo de innumerables preguntas. El mundo que considerábamos estable y sólido dejó en evidencia las grietas de su resquebrajamiento. La pandemia nos ha permitido ver lo frágiles que son las estructuras estatales y la facilidad con la que el caos se instala en lo cotidiano. En nuestras reflexiones han surgido temas importantes, entre ellos la relación que mantenemos con la naturaleza y los ecosistemas de nuestro planeta, el anhelo de una vida menos urbana; el autoritarismo y la represión de los gobiernos supuestamente democráticos; la desigualdad económica y la violencia de género. No es la primera vez en la historia que esta reflexión se impone. Desde la Antigüedad y en todas las geografías, siempre ha habido grupos disidentes del statu quo que, o bien se retraen para establecerse en comunidades autónomas, alejadas de todo aquello que repudian, o bien intentan denunciar de forma provocadora las incongruencias y los abusos de los regímenes en el poder. Durante los años sesenta y setenta en el ámbito del arte y de la política, este tipo de grupos consiguió subvertir muchas costumbres antes incuestionables, como la pareja y la familia tradicional, la obligación de participar en la guerra y la supremacía de la raza blanca. Inventaron una forma de hacer política mucho más horizontal con las armas, nada inofensivas, del sentido del humor y la creatividad artística. Creían en un mundo donde la ciencia y las tecnologías salieran de las élites y los laboratorios, y en el que todos fuéramos capaces de construir una casa, cultivar la comida, fabricar ropa. En su artículo “Heterotopías”, José Luis Paredes Pacho, músico y director actual del Museo del Chopo, nos introduce a estas distintas formas de disidencia: “no hay una contracultura sino muchas de ellas” advierte con toda razón, asegurando que si todos estos grupos heterogéneos coinciden en algo es en su voluntad de disentir del mainstream. El ensayo de Amador Fernández-Savater se enfoca en la contracultura yippie, sus valores y sus estrategias para evidenciar la violencia y la represión del gobierno estadounidense. Publicamos también un fragmento de la novela Boxcar Bertha. Autobiografía de una hermana de la carretera de Ben Reitman, centrado en las mujeres activistas de la hobohemia durante el siglo XIX y principios del XX. A pesar de ser un texto de ficción, los personajes —mujeres liberadas y dirigentes de diversos movimientos— existieron realmente. El fragmento dialoga muy bien con el análisis de los feminismos actuales que establece María Galindo, para quien estas luchas constituyen una “propuesta de revolución, un cambio estructural del orden establecido y no la incorporación de las mujeres a las mismas estructuras patriarcales”. Sobre la escena contracultural en nuestro país, te proponemos dos textos muy elocuentes: el primero está firmado por Ariel Rosales, editor de las emblemáticas revistas La Edad del Rock y Yerba; y el otro, a cargo de Álvaro Vázquez Mantecón, “El curioso caso del súper 8 mexicano”, es un ensayo sobre las películas producidas en ese formato. ¿Cómo han cambiado las manifestaciones artísticas contraculturales desde los años sesenta hasta la fecha? ¿Qué herencia hemos recibido de ellas y qué hurtos ha cometido el mainstream? En este número podrás encontrar algunas respuestas, especialmente en los artículos de Sabel Gavaldon sobre el voguing y de María Moreno sobre el under de Buenos Aires durante y después de la dictadura. En la sección de crítica, Antonio Ortuño describe un panorama sonoro de las bandas más representativas del punk, que lo muestran como un espíritu vivo y actual. Finalmente, en vez de nuestra habitual novela gráfica, incluimos un fanzine separado a cargo de Mayel Tello Carrasco, para rendir homenaje a las formas autogestivas de edición y publicación. Nuestra intuición no era falsa: editar desde el encierro un número sobre esa época y esos grupos contraculturales, sobre su espíritu libertario y sus estrategias irreverentes, resultó muy inspirador. El confinamiento es una posición privilegiada para observar aquello que nos gusta y nos disgusta de nuestras sociedades, aunque no tengamos claro todavía cómo empezar a cambiarlas. Esperamos, querido lector, que estos textos siembren una semilla en tu conciencia para que, una vez llegado el momento, encuentres tus propios grupos y tus propias estrategias.

Imagen de portada: José Luis Sánchez Rull, “Manuscrito encontrado en Zaragoza” - Your Past Comes Back to Haunt You (4 de 5), 2020