El trueno: la mente perfecta

Cultos / suplemento / Diciembre de 2018

Este poema pertenece a la “Biblioteca gnóstica”, un conjunto de 52 documentos fechados en los siglos III-IV de nuestra era y enterrados en vasijas selladas, probablemente en el siglo V. Fueron hallados en 1945 en Nag Hammadi (Egipto) por campesinos de la región. Según las investigaciones, se trata de textos procedentes del cristianismo primitivo que se ocultaron para evitar su destrucción, en tiempos en que se estaba fijando el canon definitivo. Fueron escritos en griego, en latín y especialmente en copto. En la literatura gnóstica se reúnen los saberes del mundo egipcio, griego, romano, judeo-cristiano y persa; como ejemplo tenemos este misterioso poema que data de entre los siglos II y III de nuestra era. Se encuentra concebido como una suerte de enigma; en él se recoge la voz de un personaje femenino que, por medio de aparentes contradicciones, reconcilia numerosos pares de opuestos. Es una suerte de jeroglífico verbal, de inquietante belleza, que casi dos milenios después de su escritura sigue invitando a ser descifrado.

Yo fui enviada desde el poder y he venido a aquellos que reflexionan sobre mí, y he sido hallada entre aquellos que me buscan. Considérenme aquellos que reflexionan sobre mí, y ustedes que escuchan, escúchenme. Aquellos que me aguardan, llévenme a ustedes. Y no me pierdan de vista. Y no hagan que su voz me odie, ni su oído. No me ignoren en ningún lugar ni en ningún momento. ¡Estén en guardia! No me ignoren.


Porque yo soy la primera y la última. Yo soy la honrada y la despreciada. Yo soy la prostituta y la santa. Yo soy la esposa y la virgen. Yo soy la madre y la hija. Yo soy los miembros de mi madre. Yo soy la estéril y muchos son mis hijos. Yo soy aquella cuya boda es grande, y no he tomado esposo. Yo soy la partera y aquella que no da a luz. Yo soy el consuelo de los dolores de parto.

Yo soy la novia y el novio, y fue mi esposo quien me concibió. Yo soy la madre de mi padre y la hermana de mi esposo y él es mi criatura. Yo soy la esclava del que me preparó. Yo soy la que gobierna a mi criatura, pero él es quien me concibió antes del tiempo del nacimiento.

Y él es mi criatura a su debido tiempo, y de él viene mi poder. Yo soy el brazo de su poder en su juventud, y él es el báculo de mi vejez. Y me ocurre aquello que él desea. Yo soy el silencio incomprensible y la idea recurrente. Yo soy la voz de múltiples sonidos y la palabra de apariencia múltiple.

Yo soy la pronunciación de mi nombre. ¿Por qué me aman quienes me odian, y me odian quienes me aman? Aquellos que reniegan de mí, me confiesan, y aquellos que me confiesan, reniegan de mí.

Aquellos que dicen verdad de mí, sobre mí mienten. y aquellos que han mentido sobre mí, han dicho verdad de mí.

Aquellos que me conocen, me ignoran, y aquellos que no me han conocido, me conocen. Porque yo soy el conocimiento y la ignorancia.

Yo soy vergüenza y bravura. Yo soy desvergonzada, yo estoy avergonzada. Yo soy fuerza y yo soy miedo. Yo soy guerra y paz. Préstenme atención. Yo soy la deshonrada y la grande. Presten atención a mi pobreza y a mi riqueza. No sean arrogantes conmigo cuando sea expulsada de la tierra,

y me hallarán en aquellos que están por venir.

Y no me consideren en el montón de estiércol ni se marchen abandonándome, y me hallarán en los reinos. Y no me consideren cuando esté exiliada entre aquellos que han caído en desgracia y en el más remoto lugar, y no me abandonen entre aquellos que han de ser asesinados.

Pero yo, yo soy compasiva y yo soy cruel. ¡Estén en guardia! No odien mi obediencia no amen mi autocontrol. En mi debilidad, no me abandonen, y no teman mi poder.

¿Por qué menosprecian mi temor y maldicen mi orgullo? Yo soy lo que existe en todos los miedos y fortalece en el temor.

Yo soy aquella que es débil, y estoy bien en lugar placentero. Yo soy inconsciente y yo soy sabia.

¿Por qué me odian en vuestros concilios? Porque yo callaré entre aquellos que callan, y yo apareceré y hablaré. ¿Por qué me odiaron, griegos? ¿Porque yo soy bárbara entre los bárbaros? Pues yo soy la sabiduría de los griegos y el conocimiento de los bárbaros. Yo soy el juicio de los griegos y de los bárbaros. Yo soy aquella cuya imagen es grande en Egipto y aquella que no tiene imagen entre los bárbaros. Yo soy aquella que ha sido odiada por doquier y quien ha sido amada por doquier.

Yo soy aquella a la que llaman Vida, y ustedes me han llamado Muerte. Yo soy aquella a la que llaman Ley, y ustedes me han llamado Caos. Yo soy aquella a la que han perseguido y yo soy aquella a la que han apresado. Yo soy aquella a la que han temido, y a mí se han unido.

Yo soy aquella ante la que se han avergonzado, y ustedes han sido desvergonzados conmigo. Yo soy aquella que no guarda las fiestas, y yo soy aquella cuyas fiestas son muchas. Yo, yo no tengo dios, y yo soy aquella cuyo Dios es grande. Yo soy aquella sobre la que han reflexionado, y me han menospreciado. Yo soy incomprensible, y han aprendido de mí. Yo soy aquella a la que han despreciado, y reflexionan sobre mí.

Yo soy aquella de la que se han escondido, y aparecen ante mí. Pero cuando se escondan, yo apareceré. Pues cuando aparezcan, me esconderé de ustedes. […]

Yo soy el conocimiento de mi pregunta, y el hallazgo de aquellos que me buscan, y la respuesta a quienes preguntan por mí, y el poder de los poderes en mi conocimiento de los ángeles, que han sido enviados a mi palabra, y de los dioses en su edad por mi consejo, y de los espíritus de cada hombre que existe conmigo, y de cada mujer que habita en mí.

Yo soy aquella que es honrada y alabada, y quien es menospreciada con desdén. Yo soy paz, y guerra que ha venido por mi causa. Yo soy extranjera y ciudadana. Yo soy la sustancia y aquella sin sustancia.

Aquellos que no están conmigo me ignoran, y aquellos que están en mi sustancia son aquellos que me conocen. Aquellos que están cerca de mí me han ignorado, y aquellos que están lejos de mí son aquellos que me han conocido. En el día en que me aproximo a ustedes, están lejos de mí, y en el día en que me alejo de ustedes, estoy a su lado. […]

Yo soy el control y la incontrolable. Yo soy la unión y la disolución. Yo soy la permanencia y soy la impermanencia. Yo soy la que está abajo, y ellos vienen sobre mí.

Yo soy el juicio y la absolución. Yo, yo soy la sin pecado, y la raíz del pecado deriva de mí. Yo soy lujuria aparente, y en mí habita la castidad.

Yo soy la voz al alcance de todos y el discurso incomprensible. Yo soy una muda que no habla, y grande es la multitud de mis palabras. Óiganme en la dulzura, y aprendan de mi aspereza. Yo soy la que grita, y yo soy expulsada de la faz de la tierra. Yo preparo el pan y en él encierro mi alma. Yo soy el conocimiento de mi nombre. Yo soy aquella que grita, y yo escucho. […]

Ustedes, los derrotados, juzguen a quienes los derrotan antes de que los juzguen a ustedes, porque el juez y la parcialidad existen en ustedes. Si son condenados por éste, ¿quién los absolverá? O, si son absueltos por él, ¿quién los apresará? Pues lo que habita en su interior es lo que habita fuera de ustedes,

y aquel que los crea en el exterior es quien moldea su interior. Y lo que ven en su exterior lo ven en su interior; es invisible y es su vestido. Escúchenme, los que escuchan, y aprendan de mis palabras, aquellos que me conocen. Yo soy la voz al alcance de todos; yo soy el discurso incomprensible. Yo soy el nombre del sonido y el sonido del nombre. Yo soy el signo de la letra. […]

Y yo pronunciaré su nombre. Miren entonces sus palabras y todas las escrituras que han sido completadas. Préstenle atención, aquellos que escuchan y también ustedes, ángeles y aquellos que han sido enviados, y ustedes, espíritus que han sido despertados de la muerte. Pues yo soy aquella que existe en soledad, y no tengo a nadie que me juzgue. Pues muchas son las formas placenteras del pecado, y la incontinencia, y las pasiones deshonrosas, y los placeres fugaces, que los hombres abrazan antes de la sobriedad y del regreso a su lugar de reposo. Y allí me hallarán, y allí vivirán, y no morirán de nuevo.

Fuente: George W. MacRae (trad.), The Thunder, Perfect Mind, en James M. Robinson (ed.), The Nag Hammadi Library, HarperCollins, San Francisco, 1990. Traducción de Eloísa Alcaraz sobre la versión en inglés de George W. MacRae.