Territorio para la diferencia: el futuro del deporte paralímpico

Discapacidad / dossier / Noviembre de 2020

Diego Andrade

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Rosa Vera se enfermó de polio al año de haber nacido. Aunque ya tenía los síntomas de la enfermedad no recibió la vacuna a tiempo y no desarrolló fuerza en las piernas. Me cuenta que al terminar el bachillerato ya no quiso estudiar más. Trasladarse en metro y en camión con la mochila llena de libros la agotó. Ante esas dificultades prefirió ponerse a trabajar maquilando bolsas y vendiendo manualidades. Actualmente ella es una de las 81 personas con discapacidad que reciben una beca vitalicia por parte de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), dinero proveniente del fideicomiso Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento (Fodepar). Rosa Herlinda Vera Gallardo, exatleta paralímpica, representó a México en cinco Juegos Paralímpicos: Barcelona 1992, Sídney 2000, Atenas 2004, Beijing 2008 y Londres 2012, en atletismo y basquetbol. A los veinte años, un amigo la invitó a un equipo de basquetbol de una clínica del IMSS al norte de la Ciudad de México. Se animó. No sabía que esa decisión le cambiaría la vida. Sus nuevos amigos estaban en el representativo para Mundiales y Juegos Paralímpicos. Se dio cuenta de que era muy rápida con la silla de ruedas y ahí surgió la ambición. Pasó del equipo de básquet del Seguro Social a la selección nacional de atletismo. Comenzó a profesionalizarse y a “vivir para dar la marca”. En los Juegos Paralímpicos de Barcelona ‘92 ganó medalla de bronce en relevo de 4x100 metros planos. Se acuerda de la premiación, de noche, en el estadio: “Es el premio a mi esfuerzo, y con eso yo era muy feliz”. Para Atlanta ‘96 no logró dar los tiempos. Decidió probar suerte en el básquet. Hacía falta gente para distintas categorías y allí entró Rosa. Recuerda la época previa a Sídney 2000, estaba embarazada y era empleada en el área de cómputo en una empresa estadounidense con oficinas en la capital del país. Embarazada, trabajando y entrenando, le pidió permiso a su jefe para que la dejara ir a Australia con la promesa de que laboraría los sábados necesarios para compensar las faltas. Tomó una decisión sensata: dedicarse por completo al deporte y buscar apoyos y donaciones. Además del sostén familiar que recibió, el compositor Gil Rivera y el municipio de Nezahualcóyotl la apoyaron. Hace algunos años Rosa entregó sus documentos personales con la validación de la medalla de bronce y se acreditó como beneficiaria vitalicia de la beca de la Conade. Ante la incertidumbre actual, siendo viuda y con un hijo en la universidad, la atleta reflexiona:

Si llegaran a eliminar este apoyo vitalicio sería terrible para muchos de nosotros. Pagar renta, estudios, gastos diarios, servicio médico y todo lo que implique una vida digna para mí y mi hijo (me) mermaría al 100 por ciento, pues cuento con ello para dos y a veces tres personas en mi familia: mi hijo, mi mamá y yo. Y pues lo estoy contemplando, no me queda de otra más que trabajar. El resultado final será hasta que depuren los fideicomisos, ahí sabremos si nos incluyen o no. Hasta este momento nada está escrito.

El 6 de octubre de 2020, bajo el argumento general de la crisis sanitaria y la necesidad de reactivación económica, la Cámara de Diputados —impulsada por la bancada mayoritaria de Morena— aprobó desaparecer 109 fideicomisos con la intención de hacer uso de 68 mil millones de pesos. Bajo el argumento de que los fideicomisos son una de las llamadas “cajas chicas” de la corrupción en México, se decidió acabar con ellos de forma tajante y buscar mecanismos —aún no explicitados— para entregar los apoyos a los beneficiarios de manera directa, en concordancia con la política social implementada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Uno de ellos es el Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento (Fodepar), actualmente administrado por la Conade —que constituye el fideicomiso— y cuyo fiduciario es el Banco Nacional del Ejército. Rosa representó a México y ganó; hay otras personas que buscan hacer lo mismo en Tokio 2021, a las que la situación actual también afecta. Jaime Solís Macías Valadez tiene 35 años y es uno de ellos. Cuando tenía 24 años se fue de viaje con su novia y sus suegros. Al volver a la Ciudad de México chocaron contra un camión en la carretera. Jaime venía dormido y no se había puesto el cinturón. Como se estrellaron contra el contenedor de diesel del camión, las personas que se acercaron al accidente tuvieron miedo de una posible explosión. Entre el impacto y que lo sacaron bruscamente del coche su lesión se agravó: quedó cuadripléjico. A pesar de que los doctores le dijeron que la movilidad era irrecuperable, un terapeuta identificó un ligero movimiento en un tendón del brazo. Con ocho horas diarias de terapia y después de tres años Jaime logró levantar el brazo izquierdo y dos años después el derecho. Se dio cuenta: si movía los brazos podía vestirse solo, pasarse de la cama a la silla de ruedas, lavarse los dientes, entre otros triunfos. Se acercó a una fundación de ayuda para personas con discapacidad y tomó un curso en manejo de sillas. Entre semana asistía al gimnasio de su trabajo y los domingos iba al parque a intentar subir escalones y rodar cada vez más. Él no buscaba ser fuerte; hacía ejercicio para mantenerse y ser cada vez más independiente. Jaime se aficionó a rodar, actualmente recorre hasta treinta kilómetros los fines de semana. También comenzó a jugar basquetbol con otras personas con discapacidad de su oficina. Al competir en los juegos interbancarios se dio cuenta de que por su lesión no podía ayudar mucho al equipo: “En el básquet no es lo mismo un cuadripléjico que un amputado”.

Fotografía de un hombre en silla de ruedas que practica tiro con arco. En la imagen tensa el arco y apunta la flecha en un campo de tiro. Jaime Solís Macías Valadez, campo de tiro con arco UNAM, 2019

No se rindió. Su pareja le dijo que se animara a jugar tenis. Él había jugado de niño, su cuerpo tenía memoria y sabía la técnica. Entró a una categoría de cuadripléjicos. Le amarraban la raqueta al brazo y disfrutaba jugar; sin embargo, poco a poco dejó de haber personas contra quienes competir, su entrenador se fue y Jaime se quedó solo. Navegando en Facebook, vio una publicación donde una chica amputada de un brazo tiraba con arco. A pesar de que él no mueve los dedos y no tiene fuerza en las muñecas, llamó interesado para aprender a tirar. El entrenador que le respondió la llamada le dijo: “Tú vente y acá vemos cómo puedes tirar”. Realizaron más de seis adaptaciones para que esto fuera posible, proceso que duró dos años. A la par, él seguía ejercitándose para fortalecer pecho y espalda. Creado en 1998, el Fodepar tiene como funciones principales la promoción del deporte de alto rendimiento para alcanzar la excelencia en competiciones nacionales e internacionales; impulsar a jóvenes talentos, generar una cultura cívica del deporte y otorgar becas vitalicias a atletas olímpicos y paralímpicos que cuentan en su palmarés con medallas. El Fodepar representa una atractiva bolsa de nada más y nada menos que 298 millones de pesos, recursos que la Conade recibe de manera etiquetada. Según datos de la propia comisión, el Fondo apoya directamente a 788 personas, entre las que hay 288 atletas del deporte convencional y 49 del deporte adaptado; además, otorga apoyos vitalicios a 99 medallistas olímpicos y a 81 paralímpicos; finalmente, también contribuye económicamente en beneficio de 271 personas entre analistas técnicos, entrenadores e integrantes de grupos multidisciplinarios. El entrenador de Jaime decidió meterlo a competir. En su primera prueba internacional, Solís Macías se dio cuenta de que sus rivales vivían del deporte, mientras que él tenía que trabajar para comprar su equipo. Buscó y consiguió un donativo privado para adquirir un arco (cuestan entre cuarenta y cincuenta mil pesos), cuerdas y flechas. Descubrió el tiro con arco en 2017; hoy entrena desde casa y se prepara para los Parapanamericanos de 2021, con lo que podría buscar asistir a los Juegos Paralímpicos de Tokio 2021.

Estoy entrenando desde casa porque no hay espacios disponibles por todo lo de la pandemia, la diferencia es que en mi casa sólo tengo seis metros disponibles y antes en el campo tiraba a cincuenta metros. Ahora que empezamos con el semáforo naranja pude entrenar en el garaje de mi entrenador, que sólo tiene catorce metros.

Por si no fuera suficiente con la incertidumbre propia de la pandemia, la cancelación del Fodepar deja a los deportistas en el limbo respecto a su futuro inmediato. En contra de la supuesta misión gubernamental de eliminar la opacidad y generar ahorros, en la cámara baja se presentaron 400 reservas para frenar la propuesta de la desaparición de los fideicomisos, 28 de las cuales fueron sobre el Fodepar. De esas 28, sólo dos (provenientes de diputados de Morena) fueron aceptadas y buscan reformar la Ley de Cultura Física y Deporte para que la Conade siga brindando apoyos a los deportistas, ya contemplada la desaparición del fideicomiso. Es decir, la Conade modificará sus reglas de operación para continuar dando becas a deportistas actuales y a campeones vitalicios. Sin embargo, las transferencias directas requieren un cuerpo técnico y evaluativo que las verifique y las apruebe. La Conade deberá absorber esas funciones, o al menos eso es lo planteado hasta ahora. Una empresa privada ha apoyado a Jaime con viáticos y aditamentos, sin embargo no se le ha dado apoyo público de ningún tipo:

No recibo nada de remuneración económica por parte de nadie, únicamente de mi trabajo. Podríamos tener mayores resultados y enfocarnos mucho más en nuestro entrenamiento si tuviéramos el apoyo.

Fotografía de una atleta paralímpica sentada en una plataforma vestida de uniforme verde segundos después de haber arrojado con el brazo extendido una bala que se capta en movimiento en la parte superior derecha de la imagen. María de los Ángeles Ortiz en los IV Juegos Parapanamericanos. Fotografía de la Conade, 2011. CC

Por la presión que ellos mismos ejercieron, los atletas paralímpicos fueron incluidos en el Fodepar en 2012. María de los Ángeles Ortíz, atleta paralímpica multicampeona en lanzamiento de peso, disco y bala, afirma que su inclusión representó una lucha contra la discriminación a la que sistemáticamente se han enfrentado en las instituciones deportivas mexicanas. Para ella el retraso en el pago de las becas es común; esta situación se ha agravado debido a la pandemia y a la tentativa desaparición del Fodepar.

No nos han cubierto septiembre, ya estamos en octubre. Yo pedí ir a un campamento a Cuba y nada, no tengo entrenador, trabajo cinco horas al día cuando debo hacerlo ocho, no lanzo, no hay seguimiento, no hay evaluación.1

Como si fuera poco, el 7 de octubre de 2020 la Conade les retiró las becas a deportistas con discapacidad que triunfaron en la Paralimpiada Nacional 2019, por “conclusión de vigencia”, bajo el argumento de que la beca se entrega por un año a comprobar bajo resultados; sin embargo, debido a la pandemia, los deportistas no pudieron competir en la Paralimpiada 2020, la cual no se llevó a cabo. Distintos especialistas del deporte olímpico y paraolímpico en México criticaron públicamente a la Conade, acusándola de mala gestión administrativa y de falta de empatía con los deportistas. Dada la coyuntura del año olímpico y paralímpico, son razonables las quejas de decenas de deportistas que afirman que éste no es el momento indicado para mover las reglas de operación. Evidentemente los deportistas están a favor de la transparencia y la rendición de cuentas; sin embargo, los planes y los programas que supuestamente resolverán el asunto no parecen claros. Si las noticias sobre la desaparición de los fideicomisos preocupan, las irregularidades dentro de la Conade también saltan a la vista y la impunidad molesta. Hay una red de corrupción y de triangulación de recursos públicos dentro de la Comisión que ya ha sido comprobada. En septiembre de este año, Ana Gabriela Guevara, exatleta y actual directora de la institución, destituyó al director de Operación Fiduciaria y al director de Alto Rendimiento por formar parte de actos ilícitos: en el primer semestre del 2019 se desviaron más de cincuenta millones de pesos del Fodepar.2 No obstante, la misma funcionaria, que asumió la titularidad de la Conade en diciembre de 2018, se ha visto involucrada en investigaciones por desvío de recursos, sobornos, escándalos de corrupción y nepotismo, entre otras irregularidades.
La falta de información respecto a la situación actual, así como la espera a la cual se somete a los deportistas mexicanos desde las instituciones son un modo de dominación que viola sus derechos. Parece necesario recordarles a las autoridades que el mundo del deporte fue una de las primeras instancias en plantearse la inclusividad de las personas con discapacidad desde una perspectiva de derechos humanos, más allá del enfoque sanitario y el que alude al esfuerzo individual meritocrático.3 En 1948 el neurólogo alemán Ludwig Guttmann formó un movimiento para incluir a las personas con discapacidad en el deporte. En el hospital Stoke Mandeville, en el Reino Unido, comprobó que el deporte funcionaba de manera efectiva como rehabilitación para los soldados mutilados en la Segunda Guerra Mundial, pues de esa manera ellos podían fortalecer su cuerpo para recuperar movilidad, así como distraer su mente de la realidad que acababan de vivir. Al mismo tiempo que se llevaban a cabo los Juegos Olímpicos de Londres 1948, el profesor Guttmann organizó la “Olimpiada Paralela”, con la intención de visibilizar a los cuerpos excluidos. Su idea fue un éxito. Desde 1960, los Juegos Paralímpicos se organizan cada cuatro años a la par que los Juegos Olímpicos. El deporte paralímpico representa un territorio para la diferencia, frente al discurso de la normalización (física y mental) en el que vivimos. Mediante la práctica deportiva es posible enfrentar una enfermedad congénita o adquirida, sobreponerse a un accidente, lidiar con momentos de violencia y mutilación de partes del cuerpo, entre otros eventos relacionados con transformaciones en las funciones físicas o mentales. Frente a una sociedad como la mexicana, que discrimina a las personas con discapacidad y en la que su inclusión aún es una realidad pendiente, el deporte paralímpico se abre como un espacio de reconocimiento. La posible eliminación del Fodepar y las irregularidades de la Conade transmiten un mensaje gubernamental preocupante: el deporte no es prioritario y los derechos de las personas con discapacidad tampoco. Ojalá no se olvide que cuando un atleta compite en cualquier torneo representa a toda una nación y que las condiciones que un país le da para prepararse revelan la valoración que se tiene de los deportistas de alto nivel.

Imagen de portada: Equipo mexicano de basquetbol femenil sobre silla de ruedas, Juegos Paralímpicos de Londres. Fotografía de la Conade, 2012. CC

  1. Universal Deportes, “Medallista paralímpica explota por el Fodepar ‘Nos arde la cara de coraje por las mentiras’”, El Universal, 9 de octubre de 2020. Disponible aquí 

  2. Beatriz Pereyra, “La Conade destituye a dos directores más por desvío millonario del Fodepar”, Proceso, 16 de septiembre de 2020. Disponible aquí 

  3. Rafael de Asís Roig, “Reflexiones sobre discapacidad, deporte e inclusión”, Revista Universitas, Instituto de Derechos Humanos Bartolomé de las Casas, 2017, pp. 1-20, p. 10.