Mapas

Mapas / dossier / Julio de 2018

Alberto Blanco

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I


Comencemos por el principio: La Tierra no es La Tierra. El mapa no es el territorio. El territorio no es el mapa.


Un mapa es una imagen. Un mapa es un modo de hablar. Un mapa es un conjunto de recuerdos. Un mapa es una representación proporcional.
Los cuatro vientos, los cuatro ríos, las cuatro puertas, los cuatro pilares de la tierra de los que hablan los mitos no son más que las cuatro esquinas de un mapa.
Todo mapa es una imagen, un cuadro, una metáfora, una descripción… Pero no toda descripción, metáfora, imagen o, para el caso, todo cuadro es —por necesidad— un mapa. Pero puede llegar a serlo.

II


Un mapa no es más que —como lo dijo el pintor Nabi Maurice Denis de todos los cuadros— un arreglo de formas y colores sobre una superficie bidimensional.
Si todo el territorio fuera homogéneo, sólo se acotaría en un mapa el perfil de los límites del territorio.
No crecen árboles en un mapa.
Un mapa del mundo real no es menos imaginario que un mapa de un mundo imaginario.

III


Un mapa no es más que una representación bidimensional de un mundo tridimensional que recorre un fantasma: el tiempo.
Si hemos podido mapear un mundo de tres dimensiones en dos, ha de ser posible mapear un mundo de cuatro en tres.
Con un mapa holográfico se podría mapear el tiempo.
Así como la Tierra no deja de cambiar con el tiempo, la historia de los mapas no deja de cambiar con la historia. Nuestra idea del espacio cambia conforme cambia nuestra idea del tiempo.

IV


Todo mapa comienza con un viaje. Pero, ¿todo viaje comienza con un mapa?
El mapa es al viaje lo que el mito es al lenguaje.
Los mapas, al principio, fueron relatos de viajes. Después los mapas fueron paisajes al ras del horizonte: narraciones visuales. Finalmente, vistas a vuelo de pájaro: poemas geográficos.
Un mapa es una manifestación artística del miedo a lo desconocido.


V


Ver la tierra desde arriba: arrogancia de un dios impostado.
Al principio los mapas de la tierra siempre fueron acompañados por los mapas del cielo. Después los mapas se quedaron sin cielo. De seguir las cosas como van, muy pronto los mapas se quedarán sin tierra.
La verdad que se puede decir no es la verdad. Las palabras no son las cosas que designan. Los mapas de la tierra no son la tierra. Las cartas estelares no son el cielo.
Un punto es un pueblo. Una línea es una carretera. Una superficie coloreada es un país. Un volumen debe ser un mapa de la historia.

VI


Mapas exteriores: geografía. Mapas interiores: psicografía. Las puertas son los sentidos. Los límites son el cuerpo.
La moral que se deduce de los mapas tiene que ver con una idea de dominio o —en el mejor de los casos— con una idea de conservación.
Cuando se piensa en la relación directa que existe entre los mapas, las ganancias, las guerras de conquista y el dominio del tiempo, no se puede menos que pensar en el título de aquel poema de Stephen Spender: Un cronómetro y un mapa de artillería. Un mapa a la medida de la ambición de un hombre. La ambición de un hombre a la medida de un sistema de referencias.
Todos los puntos de referencia en un mapa ven hacia afuera.

VII


Los mapas son retratos ideales de nuestra madre.
Los mapas nos miran de frente cuando dan cuenta de las superficies. Cuando quieren dar cuenta de las profundidades, nos miran de lado.
En la infancia de la cartografía no era posible —y, tal vez, ni siquiera deseable— deslindar los territorios de la vigilia de los paisajes de los sueños.
¿Qué son los colores en un mapa sino un sueño? El recuerdo anestesiado de nuestra infancia. Las ventanas abiertas en el gabinete del cartógrafo. Una fuente de la más pura y sencilla dicha.

VIII


Todo mapa es una isla.
Lo que antes era un territorio salvaje, ya es un mapa.
Toda escritura es fragmentaria. Todo mapa es fragmentario.
En mapas no se ha andado nada. En poesía no hay nada escrito.

Alberto Blanco, mixta del libro de artista Mapas. El autor realizó una imagen para cada verso del poema.

Imagen de portada: Alberto Blanco, mixta del libro de artista Mapas.