Encuentro por la humanidad

EZLN / dossier / Diciembre de 2023

Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)

(Fragmento)


27 de julio de 1996 “Aguascalientes II”, Oventic, San Andrés Sacamchén De Los Pobres, Chiapas, México.


[…]

Abajo, en las ciudades y en las haciendas, nosotros no existíamos. Nuestras vidas valían menos que las máquinas y los animales. Éramos como piedras, como plantas que hay en los caminos. No teníamos palabra. No teníamos rostro. No teníamos nombre. No teníamos mañana. Nosotros no existíamos. Para el poder, ese que hoy se viste mundialmente con el nombre de “neoliberalismo”, nosotros no contábamos, no producíamos, no comprábamos, no vendíamos. Éramos un número inútil para las cuentas del gran capital. Entonces nos fuimos a la montaña para buscarnos bien y para ver si encontrábamos alivio para nuestro dolor de ser piedras y plantas olvidadas. Aquí, en las montañas del sureste mexicano, viven nuestros muertos. Muchas cosas saben nuestros muertos que viven en las montañas. Nos habló su muerte y nosotros escuchamos. Cajitas que hablan nos contaron otra historia que viene de ayer y apunta hacia el mañana. Nos habló la montaña a nosotros, los macehualob, los que somos gente común y ordinaria. Los que somos gente simple, así como nos dicen los poderosos. Todos los días y sus noches que arrastran quiere el poderoso bailarnos el x-tol y repetir su brutal conquista. El kaz-dzul, el hombre falso, gobierna nuestras tierras y tiene grandes máquinas de guerra que, como el boob que es mitad puma y mitad caballo, reparten el dolor y la muerte entre nosotros. El falso que es gobierno nos manda los aluxob, los mentirosos que engañan y regalan olvido a nuestra gente. Por eso nos hicimos soldados. Por eso seguimos siendo soldados. Porque no queremos más muerte y engaño para los nuestros, porque no queremos el olvido. La montaña nos habló de tomar las armas para así tener voz. Nos habló de cubrirnos la cara para así tener rostro. Nos habló de olvidar nuestro nombre para así ser nombrados. Nos habló de guardar nuestro pasado para así tener mañana. En la montaña viven los muertos, nuestros muertos. Con ellos viven el Votán y el Ik´al, la luz y la oscuridad, lo húmedo y lo seco, la tierra y el viento, la lluvia y el fuego. La montaña es la casa del Halach uinic, el hombre verdadero, el alto jefe. Ahí aprendimos y ahí recordamos que somos lo que somos, los hombres y mujeres verdaderos. Ya con la voz armando nuestras manos, con el rostro nacido otra vez, con el nombre renombrado, el ayer nuestro sumó el centro a las cuatro puntas de Chan Santa Cruz en Balam ná y nació la estrella que define al hombre y que recuerda que cinco son las partes que hacen al mundo. En el tiempo en que cabalgaron los chaacob repartiendo la lluvia, bajamos otra vez para hablar con los nuestros y preparar la tormenta que señalaría el tiempo de la siembra. Nacimos la guerra con el año blanco y empezamos a andar este camino que nos llevó hasta su corazón de ustedes y hoy los trajo a ustedes hasta el corazón nuestro. Esto somos nosotros. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional. La voz que se arma para hacerse oír. El rostro que se esconde para mostrarse. El nombre que se calla para ser nombrado. La roja estrella que llama al hombre y al mundo para que escuchen, para que vean, para que nombren. El mañana que se cosecha en el ayer. Detrás de nuestro rostro negro. Detrás de nuestra voz armada. Detrás de nuestro innombrable nombre. Detrás de los nosotros que ustedes ven. Detrás estamos ustedes. Detrás estamos los mismos hombres y mujeres simples y ordinarios que se repiten en todas las razas, se pintan de todos los colores, se hablan en todas las lenguas y se viven en todos los lugares. Los mismos hombres y mujeres olvidados. Los mismos excluidos. Los mismos intolerados. Los mismos perseguidos. Somos los mismos ustedes. Detrás de nosotros estamos ustedes. […]

Planeta Tierra, julio de 1996

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