Otroa compañeroa y la fluidez de género

EZLN / dossier / Diciembre de 2023

Sylvia Marcos

Lo sabemos bien, que hay quienes no son ni hombres ni mujeres y nosotras les llamamos “otroas”… y no les ha sido fácil ganar ese derecho de ser lo que son… ¿Y a poco todavía les vamos a obligar [a] que o son hombres o son mujeres y tienen que ponerse de un lado o del otro?1


Durante los últimos años, he estado atesorando extractos de discursos zapatistas que conecto con mis notas. Me parece que el movimiento quiere decirnos algo muy importante sobre ser mujeres y hombres en la lucha por crear otro mundo. Con el concepto de otroas se abre una más de sus propuestas éticas.

Säsäknichim Martínez, “Ixchel”, de la serie *Tejidos del ch’ulel*, 2018. Galería MuySäsäknichim Martínez, “Ixchel”, de la serie Tejidos del ch’ulel, 2018. Galería Muy

​ Marijose es la otroa compañeroa zapatista elegida para invadir la Europa de abajo; la primera en desembarcar y poner su planta en ese territorio. ¿Qué quiere decir que el zapatismo haya elegido a esta persona para que llegara primero y diera el mensaje de su lucha en estos tiempos? En los últimos años, los y las zapatistas han usado frecuentemente estas palabras para designar una identidad que los demás llamamos “sexo-genérica”. Sabemos que la reiteración puede transformar un término en un concepto. Entonces, ¿qué nos quieren decir con él?, ¿qué significados pueden leerse en este uso colectivo de otroa y compañeroa, pero también de niñoas, ciudadanoas, hermanoas, elloas, que encontramos en sus discursos y documentos?

La mayor Irma se acercó y le dijo “ponle que no están solas”. “Ni solos”, agregó el teniente coronel Rolando. “Ni soloas”, aventuró Marijose, que llegó para pedirles a los musiqueros que hicieran una versión del Lago de los cisnes pero en cumbia.2

​ Este concepto, empleado para convocar, denota la fluidez entre espacios, conductas y modos que rehacen las fronteras entre lo femenino y lo masculino tanto en la cotidianidad como en la lucha. Son algo más que unas cuantas palabras. Se trata de un proyecto nuevo y a la vez ancestral de filosofía política que crea una forma analógica para reconocer, rehacer y descentrar las identidades de género convencionales, y finalmente hacerlas explotar:

Una aclaración: Muchas veces, cuando nosotros usamos el “los zapatistas” no nos estamos refiriendo a los varones, sino a los pueblos zapatistas. Y cuando nosotras usamos “las zapatistas”, no describimos a las mujeres, sino a las comunidades zapatistas. Así que encontrará usted ese “salto” de género en nuestra palabra. Cuando nos referimos al género, siempre agregamos “otroa” para señalar la existencia y lucha de quienes no son ni hombres ni mujeres.3

​ Cuando, desde las luchas zapatistas, nos dicen “buenas tardes, días, noches, madrugadas a todas, todos, todoas”, proponen una magna inclusión que escapa de los binarismos que se cuelan en nuestro lenguaje para definirnos. Así, el pensamiento radical del zapatismo nos llama a cuestionar creencias aparentemente axiomáticas. En este caso, que los hombres y las mujeres somos tajantemente diferentes, que nuestra identidad es estática e impoluta, que lo femenino se contrapone a lo masculino porque no solo somos distintos sino incluso antagónicos y que lo masculino siempre es superior y lo femenino es subalterno. “Así es”, nos dicen las tradiciones filosóficas en que la modernidad está afincada.

​ Las zapatistas lo rechazan y, con sus prácticas corpóreas, políticas y discursivas, dicen que en realidad fluimos entre lo masculino y lo femenino. Otroas, milicianoas, compañeroas, promotoroas y formadoroas funcionan como conceptos que constituyen el campo empírico. Se puede decir que son “mojoneras cognitivas y perceptuales” que conforman el marco de la experiencia. Tienen la misma configuración epistemológica que el horizonte, que se distingue de otros confines y límites, por ejemplo, el de la frontera. El horizonte no es fijo, sino que depende del sujeto, como afirma Jean Robert;4 es un confín que se define a partir de donde estoy parado, el lugar donde el centro del mundo está bajo mis pies. En este caso, el horizonte depende de la subjetividad colectiva que lo suscribe, el zapatismo.

Säsäknichim Martínez, *Yikleb kuxlejal (Säsäknichim y Abraham)*, 2020. Galería MuySäsäknichim Martínez, Yikleb kuxlejal (Säsäknichim y Abraham), 2020. Galería Muy

​ Como en tantos espacios, el zapatismo avanza retrocediendo, lo expresa en sus constantes paradojas y así recrea un mundo de posibilidades inéditas: “Seguimos caminos y rutas que no existen en los mapas ni en los satélites, y que solo se encuentran en el pensamiento de nuestros más antiguos”.5 Este concepto proviene, entonces, del universo filosófico de los legados ancestrales mesoamericanos, pero a la vez es parte del presente de las comunidades y los pueblos zapatistas. Con él, en las prácticas de su lucha, se proponen abrazar e incorporar, no discriminar ni rechazar, los varios matices del género móvil. Esos matices son deslices percibidos colectivamente en las tareas del día a día y de la gobernanza en la autonomía zapatista. La movilidad genérica es la forma conceptual del ser en Mesoamérica ayer y hoy.


Otroa, un concepto encarnado

En su “Carta de las zapatistas a las mujeres que luchan en el mundo”, publicada en 2019, dicen: “¿Y a poco todavía les vamos a obligar [a] que son hombres o son mujeres?” En la creatividad de su autonomía, se lanzan hacia lo impreciso, lo desconocido, y lo nombran, al tiempo que retroceden para recuperar herencias milenarias sobre otras formas de vivir como hombres, mujeres e intermedios. Al hacerlo reconstruyen y proponen futuros menos opresivos. Estos anclajes ancestrales nunca se fueron, se quedaron arraigados en las vivencias, los mitos, los sueños y los ritos de comunidades vivas no solo dentro del zapatismo, sino en las comunidades de los pueblos de la región mesoamericana. “Secretamente, nuestra gente siguió transmitiendo la sabiduría de nuestros antepasados”, afirmó un profesor de la Escuelita en el Centro de Innovación e Investigación de Desarrollo Educativo y Capacitación e Integración Social de San Cristóbal en agosto de 2013. “Basta con unoa zapatista”, afirman.

​ La colonización les enseñó a avergonzarse de la posibilidad de ser hombre y mujer a la vez; sufrieron el castigo de los catequizadores y evangelizadores entusiasmados por imponer una moral sexual semejante a la que trajeron de Europa. Los confesionarios coloniales lo expresan claramente, casi todos reconstruidos a partir del de fray Alonso de Molina. Son principalmente inquisiciones sobre el Eros vivido y encarnado que establecen qué es y cómo ser “solo mujer” o “solo hombre”.

Abraham Gómez, “Pérdida de ch’ulel”, de la serie *Lik xchuvajil (Le comenzó la locura)*, 2013. Galería MuyAbraham Gómez, “Pérdida de ch’ulel”, de la serie Lik xchuvajil (Le comenzó la locura), 2013. Galería Muy

​ El concepto dicotómico de los cuerpos impone además una naturaleza patológica que se debe corregir desde la anatomía, en la genitalidad “natural” de los cuerpos construidos socialmente, sin tomar en cuenta otras conformaciones. Pero la naturaleza reclama su presencia y respeto a ella. El dimorfismo genital parece denunciar en el cuerpo mismo las posturas contra estas variantes de la cultura dominante, que se propone castrarlas y las considera patológicas o bien “cuerpos monstruo”, decía una compañera de la ciudad nacida con esta condición.

​ Todo esto forma parte, implícitamente, del concepto otroas que nos conmina a reconocer las variantes físicas en tránsito continuo entre un polo y otro —algo que ya fue reconocido médicamente—. Otroas es una propuesta de recreación perceptual que puede liberarnos de los atavismos. ¿Las culturas originarias ya lo habían comprendido así? También se podría preguntar lo siguiente: ¿por qué tenemos que acomodar el mundo y nuestro cuerpo/ser múltiple, complejo, mixto, heterogéneo, combinado y bimorfo en categorías mutuamente excluyentes o en binarismos opuestos y antagónicos?, ¿por qué seguir la norma, entendida como regulación y también como lo “normal” y lo “axiomático” respecto a ser hombre o mujer?, ¿qué pasa con las fugas, los deslices, las grietas, los pliegues y los intermedios? Son rechazados, invisibilizados, satanizados.

​ Esas nociones son ajenas a las raíces filosóficas mesoamericanas, en las que lo que podríamos denominar género se concibe como la combinación entre opuestos complementarios, asimétricos, móviles y mutuamente constituyentes.6 El zapatismo, al reconceptualizar, avanza mirando hacia atrás. Ciertos núcleos ancestrales prevalecen y se reencarnan en el presente de manera vivencial y política con otros términos y formas conceptuales, con otras propuestas para luchar y vivirse.

Abraham Gómez, “Alma sin descanso”, de la serie *Lik xchuvajil (Le comenzó la locura)*, 2013. Galería MuyAbraham Gómez, “Alma sin descanso”, de la serie Lik xchuvajil (Le comenzó la locura), 2013. Galería Muy

​ Debido al peso ancestral en el que se enmarca el zapatismo, el concepto de otroas no puede subsumirse al de transgénero, aun cuando esta propuesta tenga una multiplicidad compleja de significados y sus luchas remitan al ámbito de la justicia social. Tampoco puede incrustarse como una referencia más a los movimientos LGBTTT+. El contexto zapatista y su base conceptual filosófica impiden esta posibilidad porque se instalan fuera de los binarismos, también estáticos, que inevitablemente se recrean dentro de esas luchas modernas. Por lo tanto, el pensamiento zapatista recogido en el concepto otroas exige un espacio propio: en las culturas vivas, recreadas y persistentes se encuentran matrices filosóficas que reclaman su desaparición de nuestros medios, mostrándonos cómo su ausencia nos ha empobrecido.

​ En aquella carta de las zapatistas a las mujeres que luchan, ellas llaman a respetar la voluntad de las personas de no ser hombre ni mujer, sino ambos, en diversas combinaciones y en constante fusión móvil. Por último, afirman: “tienen derecho a ser lo que son sin esconderse”.

Imagen de portada: Abraham Gómez, “Alma sin descanso”, de la serie Lik xchuvajil (Le comenzó la locura), 2013. Galería Muy

  1. Mujeres zapatistas, “Carta de las zapatistas a las mujeres que luchan en el mundo”, Enlace Zapatista, febrero de 2019. Disponible aquí

  2. Subcomandante Galeano, “Quinta Parte: la mirada y la distancia a la puerta”, Enlace Zapatista, octubre de 2020. Disponible aquí

  3. Subcomandante Galeano, “La Travesía por la Vida: ¿a qué vamos?”, Enlace Zapatista, junio de 2021. Disponible aquí

  4. Jean Robert, “Las aguas arquetípicas y la globalización del desvalor”, Umbrales, 16 de febrero de 2021. Disponible aquí

  5. Subcomandante Moisés, “Comunicado del CCRI-CG del EZLN. Y rompimos el cerco”, Enlace Zapatista, 17 de agosto de 2019. Disponible aquí

  6. Ver Yásnaya Elena A. Gil y Aura Cumes, “Entrevista con Aura Cumes: la dualidad complementaria y el Popul vuj. Patriarcado, capitalismo y despojo”, Revista de la Universidad de México, núm. 871, abril de 2021, pp. 18-25. Disponible aquí